lunes, mayo 6, 2024
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El extraño taconeo de una mujer

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IOTA Latino
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Yurubí y Antonio estaban conversando cuando escuchan al otro lado de la ventana el taconeo de una mujer. Era una noche de luna llena pero al pararse no encuentran a nadie por la ventana.

El matrimonio estaba recién llegado al pueblo de María Dolores en Colombia, habían comprado la casa de amplio terreno. “Esto prácticamente fue un regalo”, le dijo al hombre a Yurubí. “Si pero me pareció extraño el precio por la casa y el terreno”.

Una noche, Antonio se levanta y siente que había alguien en el patio, el perro Faraón ladraba sin cesar y se para corriendo detrás de algo. “Que le pasa a ese perro”, decía el hombre, pero no había nada… “quédate quieto”, le decía al perro.

El hombre se sorprendía de escuchar gemidos, como si alguien llorara a las afueras de la casa. “Sabes que he escuchado cosas raras fuera de la casa”, decía Antonio a Yurubí y en efecto ella respondía que también había sentido ruidos extraños.

“Si he sentido ruidos raros, no se verdad que sea, escucho a alguien que llora en el baño”, dijo Yurubí. Martha una vecina cercana a la casa, una noche conversando con el matrimonio le dijo que la esposa del dueño de esa casa había desaparecido.

“La muchacha era bonita y se había casado con el dueño esta casa, pero ella según y que se fue con otro hombre”. Eso dejó a los nuevos dueños de la casa desconcertados, más por el precio que habían comprado la casa.

El taconeo de la mujer

Los ruidos se hacían constantes y extraños, tanto en la mañana como en la noche, pero Antonio insistía que había que seguir y construir la casa. “Yo quiero tener muchos hijos y dejarles una buena casa”, decía el hombre.

Pero aquel día en la construcción sorprendió el grito de uno de los albañiles. ¡Aquí hay alguien enterrado!, Antonio y Yurubí quedaron sorprendidos con el escalofriante hallazgo. ¡Avé María Purísima!, gritaba Martha, la vecina.

Las autoridades llegaron confirmando que Mariant, la muchacha que se había casado con el hombre estaba enterrada en la casa. Yurubí y Antonio decidieron vender la propiedad, mientras que del hombre acusado del caso nunca se pudo saber de su paradero.

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