(Valencia, 03 de diciembre. AFP) La desigualdad, el crimen organizado y el desgaste de las instituciones son los motores de la corrupción en América Latina, según Alejandro Salas, director para las Américas de Transparencia Internacional, que publica este martes su índice anual sobre corrupción.
«Los grandes temas de la agenda latinoamericana son la seguridad ciudadana y el control del crimen organizado pero también la inequidad», explica a la AFP este experto, que ve en la «democracia de todos los días» la mejor receta para luchar contra la corrupción.
El índice 2013 de esta organización no gubernamental, elaborado con encuestas de opinión a agentes económicos sobre su percepción de la corrupción en 177 países del mundo, dibuja un panorama estable en América Latina, sin grandes cambios en los últimos 12 meses.
Venezuela sigue siendo uno de los países donde más se percibe la corrupción (puesto número 160 de 177), seguido por Paraguay (150), Honduras (140) o Guatemala (123). En el otro extremo Uruguay (19) es, junto a Chile (22), uno de los países latinoamericanos con mejor nota.
«Lo que más llama la atención es la tendencia de los países de Centroamérica a caer en el índice. Nuestra lectura es que los países que están más expuestos a la violencia y el crimen organizado son muy vulnerables«, explica Salas, un investigador mexicano.
«Cuando las mafias están haciendo negocios ilegales en esos países tiene incentivos muy grandes para debilitar a las instituciones. Para cruzar mercancía ilegal de un lado a otro necesitas poder sobornar policías, militares, capacidad para controlar aduanas y puertos y es muy grande la tentación de financiar a los políticos», asegura.
En el caso de Venezuela «hay un desgaste fuerte de las instituciones pero el motivo es diferente«, según Salas, que lo atribuye al «control tan fuerte que tiene el ejecutivo, en este caso el presidente, sobre otros poderes del Estado» como la justicia o las autoridades electorales.
Avances y retrocesos en Brasil
Brasil, uno de los gigantes económicos y políticos de la región, se mantiene estable en la lista (puesto 72), a pesar de los recientes casos de corrupción política. «Aunque sólo cae un punto, Brasil no debería estar contento con su puntuación. No es suficiente con tener poderío económico si no puedes dar ejemplo con buen gobierno», explica el investigador mexicano.
A pesar de nuevas leyes sobre el acceso a la información pública y otra que castiga penalmente a las empresas por corrupción -y no sólo a los individuos como hasta ahora- «hay la sensación de una práctica de corrupción muy extendida», explica el investigador, que pide a Brasil que empiece a aplicar esta «gran infraestructura» legal contra la corrupción.
A pesar de este panorama, Salas confía en que América Latina siga avanzando en su lucha contra esta lacra. «La región ha demostrado mucha estabilidad: hay crecimiento económico, hay elecciones de manera regular, hay cambio de partidos en los gobiernos. La economía y la democracia electoral caminan bien», asegura, y apuesta por la «democracia de todos los días» para hacer frente a la corrupción.
«La democracia no termina el día de las elecciones, al contrario, el día de las elecciones debería comenzar. Tenemos que vigilar que se porten bien nuestros gobernantes, que las políticas públicas no sean capturadas por pequeños grupos de interés, etc. A América Latina le está faltando esa democracia de todos los días», concluye.