No se imaginaron los estudiantes de una de las zonas del occidente de Carabobo que vivirían una pesadilla en el río. Juan Carlos, Enrique, Omaira, Manuel, Sandra, José Gregorio y Pablo subieron a un río para disfrutar de un pozo que había en el lugar. Era el frío septiembre de 1988.
“Para mi va a llover”, decía Omaira, pero el ímpetu de los muchachos les decía que nada iba a pasar. “Y si llueve yo me conozco toda esa zona”, decía Enrique, decidieron subir pese a estar nublado en algunas partes.
Llevaron pan, agua y hasta una patilla… “y a lo mejor encontramos aguacate o mangos en el camino”, decía uno de ellos. “Por esos caminos hay de todo”, luego de llegar hasta el río estaban disfrutando del agua, pero los truenos sonaban con fuerza en la montaña.
“No nos vamos a ir”, decía Pablo, mientras Enrique veía que el río traía más hojas y ramas de lo normal. La lluvia empezó con fuerza, mientras decidieron colocarse bajo uno de los árboles. Cuando sienten que un rayo cayó cerca de donde estaban.
En apenas minutos el agua del río comenzó a cambiar de color, y las muchachas comenzaron a llorar. “Yo se los dije que uno no debe subir al río mientras hay amenazas de lluvia y en invierno menos”.
Los muchachos temblaban de frío ya que la temperatura varió, el río creció un poco quedando incluso separados. Mientras Omaira, José Gregorio y Sandra no vieron más a los jóvenes que estaban del otro lado.
Una pesadilla en el río
El agua del río, sonaba fuertemente en apenas horas, era como si todas las corrientes de las montañas bajaran al mismo punto. Se quedaron aferrados en uno de los matorrales que había en el lugar.
“No quería venir para acá hoy”… decía una de las muchachas… mientras que José Gregorio intentaba calmarlas. “Vamos a quedarnos tranquilos”. Sintieron que aquella tarde pasó rápido oscureciendo en aquel lugar. Soportando el frío detrás de una piedras que parecían destinadas a salvarlos.
Unos trozos de pan quedaron a salvo de la lluvia… esa noche pensaron que no iban a salir con vida luego de los truenos y relámpagos. Además del ruido de las ramas de los árboles y el río crecido. Al otro día el clima los despertó.
Un grupo de rescate de Carabobo y parte de los familiares los estaban buscando y todos se encontraban con vida. “Ustedes lo que vivieron fue una pesadilla en este río, más nunca lo hagan”; le dijo un joven rescatista que conocía el lugar…
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