Durante los años de mandato de Marcos Pérez Jiménez había; una curiosa orden y la misma era disfrutar del Carnaval en grande. Era aquella época de una Venezuela donde el agua; era protagonista en esos días.
Acostumbrado además a la alegría como también; a la unión de todos el general Marcos Pérez Jiménez quería disfrute del Carnaval con aplausos. Aquel que se oponía ya sabían lo que le venía; la orden era sencilla además era baile y mucha sonrisa.
Las fiestas de Carnaval tenían que inundar además a Caracas, desde los abuelos, niños y jóvenes; acompañado de los adultos tenían que plenar las calles. La alegría tenía que ser desbordante; y todos tenían que estar disfrazados.
Marcos Pérez Jiménez, la orden era los mejores carnavales
La elección de la reina del Carnaval era lo más esperado de aquella capital del país. Billos animaba con el baile y el más esperado de la noche era el General. Ataviado con su traje de gala del ejército; era el elegido para bailar con la reina.
Eso sí la precaución ante todo y los funcionarios de la temida; Seguridad Nacional estaban encargados de saber quiénes eran los que estaban en el lugar. Marcos Pérez Jiménez siempre temió por su vida; y por alguna traición.
Las carrozas de Carnaval tenían que tomar por entero las calles de la capital; las muchachas más bonitas disputarse la banda de reina. Y todas tenían que lucir más hermosas de lo que eran; por supuesto la vigilancia corría por Don Pedro Estrada.
Show, baile y negritas
Las famosas negritas del Carnaval eran las muchachas más bonitas de la capital; las mismas decían… ¡a qué no me conoces!. El show tenía que brillar en aquella Caracas de los 50; donde además las orquestas tenían que tocar hasta el amanecer.
Las carrozas y el colorido aparte de los disfraces tenían sus grandes premios; todo con el fin de que la gente disfrutara del espectáculo. Sin embargo las personas en aquel tiempo inundaban a Caracas con show y baile.
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