Falleció el periodista Alfredo Fermín este martes 16 de junio a los 75 años edad; más de la mitad de su vida ejercitó en el diario de El Centro, El Carabobeño.
Sin duda que no hay que nacer en un lugar para quererlo, pero lo de Alfredo; como lo llamaba en la redacción, en la calle, donde sea, era totalmente singular.
Nacido el 9 de noviembre en Porlamar, estado Nueva Esparta; pero se vino de esas aguas, de las nunca abandonó, aunque se enamoró de Valencia, la ciudad industrial de esa época.
Un hombre culto, pero con una humildad como poco se ve en esta carrera de egos; pero Alfredo Fermín, jamás vio a nadie por encima del hombro.
Premios, doctorado, condecoraciones regionales y nacionales, nada hizo cambiar a este hombre religioso, debuto de su Virgen del Valle; pero cuidado…también de la Virgen del Socorro.
Su columna «Hoy y después en Valencia» era el retrato fiel de su amor por la capital carabobeña; siempre apegado al buen escrito, sin ofensas, con un lenguaje sencillo, algunas veces mordaz, pero sobre todo reflexivo.
Su afición por la tauromaquía, quizás era su pasatiempo más preciado; el arte su pasión y el periodismo su devoción y vida.
Recordarlo en sus tertulias y bromas con otro grande que se nos fue, don Raúl Albert eran de película; un cariño profesado y sentido por los que tuvimos en honor de aprender, lo que no se enseña en la universidad, profesionalismo, para ser solo el centro para dar la información y no ser el centro de ella.
Falleció el periodista Alfredo Fermín
Se fue Alfredo Fermin, referencia del periodismo político de esta región central y del país.
Fermín se graduó en la Universidad Central de Venezuela, en la primera promoción en 1971, como licenciado en comunicación social.
Antes de llegar a su amada Valencia, fue corresponsal de El Carabobeño, en el estado Aragua;, tarea encomendada por otro decano en estas lides, Salvador Castillo Arévalo, quien se lo trajo a la ciudad industrial.
Jamás se le escuchó a Alfredo ufanarse, ni siquiera hablar de su exitosa trayectoria, no solo como periodista, que pateó calle con curtidos y novatos en esta profesión.
Quienes tuvieron el honor de estar a su lado en pautas o en la redacción, pueden dar fe de la grandeza de un hombre que brindó la mano y humildad.
Es bueno saber que Alfredo Fermín se especializó en Crítica de Arte en el museo; fue presidente del Ateneo de Valencia, en la gestión de «Paco» Cabrera.
Entre sus condecoraciones está en «Doctorado Honoris Causa» de la Universidad de Carabobo; premios del estado y los principales municipios.
En lo gremial, siempre combatiente por un ejercicio legal de nuestro profesión; fue el primer secretario de organización del Colegio Nacional de Periodismo (CNP) para ese entonces seccional Carabobo-Cojedes.
Adiós entre anécdotas
Alfredo se paseaba entre la Catedral de Valencia y Capitolio, dos de sus fuentes; además del Ateneo y otros sitios culturales; mientras que en noviembre se apostaba en la Plaza de Toros, para escribir las crónicas.
De ahí viene una anécdota: siempre entraba a la redacción de deporte de El Carabobeño, que en mi estadía comandó otro de los grandes Gonzalo Enrique «Chichi» Hurtado.
Su llegada era triunfal, más en esa época taurina, donde platicaba con Raúl Albert sobre la corrida o cualquier otra anécdota, más porque el segundo también pasó años cubriendo ese fuente de los toros.
Alfredo le echaba «coquitos» a Raúl, quien algunas veces lo corría de nuestro bunker de deportes; pero al rato se iba hasta el cubículo de Alfredo donde se escuchaban sus voces y risas.
Quién era el gato o el ratón, es lo de lo menos, pero sus discusiones eran de dos curtidos periodistas convertidos en muchachos; ambos nos tiñeron con su bondad y humildad.
Sin duda que Alfredo adoraba estar ese diario, donde pasó más de la mitad de su vida, desde la sede a la avenida Suoblette hasta Naguanagua.
Alfredo siempre animó a la nueva camada de periodistas; algunos pasantes, siempre los trató con cariño y jamás hubo un no cuando se le consultaba algo.
Eso no se aprende en la universidad, es la calle, la experiencia y la vida los que te dan esa virtud, pero no todos, quizás en la mayoría de las veces la aplican sin darse cuenta.
La despedida…
Por último, más que una nota de condolencia, recuerdo cuando vino a Valencia Joan Manuel Serrat; quien se presentó en la Aula Magna de la UC (estaba en obra limpia).
Alfredo entró ese día a la redacción de deportes a «echarle vaina» a Raúl y preguntó, a quién le gusta Serrat y de una vez salté y grité «a mí», pues me dio dos entradas a pasos de la tarima donde puede disfrutar de uno de mis ídolos desde niño y asistí con mi gran hermano de vida Luis Velandia.
Falleció el periodista Alfredo Fermín, pero te despido con la última estrofa de uno de los tema de este catalán, Elegía:
A las aladas almas de las rosas
Del almendro de nata te requiero
Que tenemos que hablar de muchas cosas
Compañero del alma, compañero.
No dejaste un vacío, nos dejaste un legado. Nos vemos Alfredo….
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