Saúl venía caminando rápidamente por la calle Colombia del centro de Valencia. No sabía de la leyenda de Cigarrito, no creía en esas cosas extrañas, por el contrario; decía que todo eso era mentira.
Ve a lo lejos un hombre con un traje viejo y el nudo de la corbata caso suelto y se sorprendió. Su piel se le erizó, tuvo miedo y prefirió quedarse tranquilo por el lugar. “Saludos mi llave tiene un cigarrillo que me regale”, le dijo el hombre.
Le pareció extraño el aspecto del hombre el cual parecía escapado de los sesenta por la ropa que llevaba. Con la mano casi temblando sacó un cigarrillo de la cajetilla, no fumaba pero siempre los cargaba por una recomendación del papá.
Su padre, Alejandro le dijo que siempre era bueno llevar cigarros así no fumara ya que siempre alguien pedía unos. El hombre sacó un encendedor que le dio más miedo a Saúl era un encendedor de plata; con figuras extrañas.
“El encendedor no se lo voy a regalar”, le dijo… le dio las gracias a Saúl y siguió caminando. Saúl tenía miedo pero siguió hacia su casa; se quedaba trabajando sobre tiempo en una vieja imprenta en el centro; y prefería salir a esa hora; la paga era buena.
La leyenda de Cigarrito en Valencia
No le prestó atención a lo sucedido aunque pensó que seguramente se había encontrado a un vagabundo en horas de la noche. “No vuelvo a salir a esa hora, mejor no hago sobretiempo”, pensó Saúl.
No le dijo nada ni a su madre y tampoco a la familia, se venía caminando por toda la avenida, hasta llegar a San Blas. Pero le llamaba la atención de cómo iba vestido el hombre que vio ya que parecía escapado de un entierro.
En la imprenta no quiso entablar conversación con nadie y quedarse tranquilo aunque tenía curiosidad de salir otra vez tarde; y ver si se encontraba otra vez al tipo. “Yo lo que quiero es comprobar si es un muerto o un vivo”.
Aquel viernes se persignó llevaba una cajetilla de cigarrillos y caminó por toda la calle Colombia; pero de aquel hombre no había nada en el lugar. “Bueno lo más seguro es que es un vago y el encendedor se lo quitó a alguien”.
En la esquina del candilito
Prefirió Saúl caminar esa tarde por la calle Libertad… “mejor me voy caminando por este lado y así me evitó conseguirme ese tipo”. Cuando va acercándose al cruce con Martín Tovar ve al tipo recostado de un poste; en la esquina del Candilito.
“Saludos cordiales, mi llave tendrá un cigarrito”, el tipo cargaba el mismo traje, la corbata la llevaba de la misma forma. Las piernas le temblaban y al verle el encendedor le dijo… ¿donde compró ese encendedor?… “ese lo compré antes de morir… nos vemos mi llave jajajajaja”, cruzando la esquina para perderse en la oscuridad.
Saúl tuvo miedo de llamarlo a esas horas de la noche; de hecho siguió caminando hasta llegar a San Blas. Abrió rápidamente la puerta y se quedó en silencio a oscuras mientras su corazón latía rápidamente.
No quiso quedarse más tiempo por el sobretiempo, esperó incluso varios meses y quiso olvidar el tema. Saúl se sentó con la abuela una noche a conversar y le dijo el tema, la señora se persignó y le dijo… “en el año 1967 murió un hombre muy popular en la avenida Martín Tovar era conocido como la leyenda de Cigarrito”.
“Cuando murió venía de una fiesta, siempre dicen que sale en esa parte del centro, manda a hacer una misa para ese difunto; ya que cuando el pide un cigarrillo está pidiendo es una misa; murió allí en ese lugar”. ¿Cómo murió?, preguntó Saúl… “un carro lo llevó por delante”.
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