viernes, noviembre 22, 2024
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Los pasos apurados de Germán en un edificio de Maracay

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IOTA Latino
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Se escuchan unos pasos apurados siempre en los pisos de un edificio famoso de Maracay. Era 1992 cuando Mirla Carolina había comprado un apartamento en aquel “bloque” ubicado en los urbanismos de la ciudad jardín.

Germán, conoció a Mirla en una tarde lluviosa en la avenida Fuerzas Aéreas y se ofreció a acompañarla y protegerla del aguacero. Pero aquello fue un flechazo para el hombre viudo de 66 años quien a primera vista se enamoró de la secretaria.

Mirla estaba cerrada al amor, era madre soltera y por conocerle la vida a su jefe el conocido ingeniero Alcántara, no creía en promesas masculinas. Era una mujer de 35 años que se había abierto paso luego de enamorarse de un contratista en la empresa.

Un ramo, de rosas, cartas de amor, poemas, libros, y atenciones, pero lo enviado por Germán era rechazado por Mirla. La dama no creía en aquellas historias… “todos empiezan prometiendo el cielo”; decía la mujer tras leer una nota de Germán que decía “te llevaré al cielo”.

“Yo fui clara con usted señor Germán, yo no quiero nada con nadie, ahórrese sus atenciones y regalos. Respete, manténgase al margen”; decía Mirla Carolina en una mañana en la planta baja del conocido edificio.

Los pasos apurados de Germán - Los pasos apurados de Germán
Foto: cortesía Amira Muci.

Los pasos apurados de Germán

El hombre todas las mañanas llegaba con una rosa a la planta baja a esperar a Mirla. Mientras las personas se asombraban de ver al enamorado a diario en el lugar. “Tú me tienes que dar una oportunidad, yo te amo”; decía.

“Hágame el favor, yo a usted no le di pie para que se enamorara de mi. Soy una mujer integra”, decía Mirla. Todo aquello perturbaba a la dama, mientras había enviado a su hijo a casa de su mama en otro urbanismo de Maracay; por las extrañas persecuciones de aquel hombre.

Se había vuelto una pesadilla la vida de la mujer, ya que el hombre había averiguado todo sobre su vida. La mayoría de aquellos vecinos de Mirla se asombraban a los gigantescos ramos de rosas que la mujer no quería recibir.

Noche de luna llena

Una noche se escucharon unos pasos apurados en uno de los pasillos del edificio… eran las tres de la madrugada. Las personas pensaron en el hombre y en Mirla… la cual vendió aquel apartamento semanas después; mientras que de Germán no se supo más nada.

Algunas personas escuchan a veces en noches de luna llena… aquellos pasos en el pasillo… o en las escaleras bajando apresuradamente en esta residencia. “Son los pasos del hombre que nunca correspondieron”… dice Magaly… una de las vecinas del conocido edificio.

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