Massiel acababa de divorciarse, tenía dos años esperando salir por completo de su exmarido; mientras el amor eterno de Gerardo había terminado. El fotógrafo carabobeño quería un amor tranquilo y romper con el espiral de sexo y mentiras; y estar enredado con mujeres casadas.
En pleno cruce de la avenida Bolívar con Cedeño el Fiat Uno de Massiel reventaba la correa del tiempo; y en ese momento las miradas de ambos se cruzaron, para la contadora fue un flechazo inmediato; al igual que el reportero gráfico; el cual le dijo que era la correa del tiempo.
La química entre ambos explotó en segundos… de hecho por sus conocimientos de mecánica se ofreció a hacer el cambio de correa; y le dijo que no le costaría nada. El amor brotó de las miradas y tuvieron miedo de lo intenso y fogoso que resultó ser el primer encuentro.
“Amor a primera vista, sexo a primera vista, o pasión a primera vista”; comentaba Massiel a sus amigas; mientras que Gerardo prefería tener en silencio aquel encuentro, no era aventura; sentía que era amor.
No tenían barreras, como tampoco parejas, de hecho estaban solos y libres y lo único que tenían que hacer era vivir. “Tu cuando te enamoras eres un peligro”, le decía Lisandro a Gerardo en la redacción de un diario de la ciudad; ya que siempre sucedía algo que le impedía vivir un romance.
El amor eterno de Gerardo y Massiel
Por su parte, Massiel vivía el amor a su manera, era aquel junio lluvioso de 2011; ambos hacían planes, para viajar, salir y lo hacían solos; sin meter amigos de lado y lado; las amistades y opiniones estaban fuera del romance. “Yo no quiero que nadie se meta en esto”, decía el fotógrafo.
De hecho, sentían miedo de la intensidad del amor, de lo fuerte de la química, ambos querían vivir; no querían sentir temores y amarse para siempre. 32 años tenía el fotógrafo por 31 de la contadora; y solo pedían vida para vivir todo aquello.
Los encuentros eran más y más frecuentes y Gerardo vivía esa intensidad del amor en silencio; de hecho llegaba a su trabajo y pensaba en verla; de igual modo la bella Massiel. “Siento que este amor me dio fuerzas, energías, lo amo y me quiero casar”; decía ella.
“No quiero tener miedo, quiero amarte sin reservas y pensar que este amor es para siempre”; era uno de los mensajes a su amada Massiel. El disco de “Detén La Noche” de los 007 se lo dedicaba Gerardo a su amada; aquel septiembre de 2011, mientras escuchaban la FM Mundial.
Entre el clímax del amor, los besos robados, la playa y la vida daban fruto a aquella relación; la misma contadora Massiel estaba sorprendida de aquel embarazo repentino; mientras que prefería no decirle nada a Gerardo.
No hubo una ocasión especial
Massiel planeaba una noche de velas perfumadas, una buena comida, música y besos por doquier con su amor. Planeó reunirse en el apartamento el viernes y detener esa noche para amarse; esta vez con la sorpresa que la relación tenía un fruto.
“Ya veré como le digo a mi mamá y a mi papá este embarazo, pero ya tengo edad de amar y quiero vivir el amor”; decía la contadora. No hacía más que planear como le diría la noticia aquella noche.
Pero cuando regresaba a San Diego por la Variante Bárbula, la contadora sufrió un aparatoso accidente; un carro la impactó, ella perdió el control falleciendo de inmediato. El reportero gráfico que estaba de guardia fue a cubrir la noticia.
Gerardo sintió que se le heló la sangre al ver el Fiat Uno color gris vuelto un amasijo de hierros; uno de los bomberos le decía que se apartara del lugar; mientras él buscaba las carpetas y la cartera de Massiel.
“Mire se le cayó esto le dice uno de los bomberos”; era precisamente el examen de embarazo de su amor; el cual perdió la vida en aquel trágico accidente de diciembre en la Variante de Bárbula. El amor eterno de Gerardo fallecía en el incidente vial.
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