Era septiembre de 1993 y Venezuela estaba convulsa, y el dinero nunca llegó a sus manos… Arturo era uno de los que manejaba la bóveda de uno de los bancos que había entrado en crisis. Remigio el gerente general le había encargado sacar un dinero de la bóveda.
“Estamos en plena crisis, o nos llevamos ese dinero todos y desaparecemos de aquí o nos morimos de hambre”, le decía Remigio. Arturo era el más joven de los gerentes… “yo sé jefe, tengo que ver como hago, porque usted sabe cómo son los vigilantes”.
Venezuela estaba inmersa en la crisis bancaria, “viene eso ahora, diez años después que perdí la plata con el BTV y el Banco de Comercio”; decía Raúl, un empresario que estaba en bancarrota en 1993.
Olga era una de las mujeres más hermosas que había en el banco… “a mí no me vayan a dejar por fuera, quiero parte del dinero”; decía. “Vamos a ver cuánto podemos sacar, todos los bancos están cayendo en el país. Caracas solo habla del tema”; decía Remigio.
Los clientes de los bancos pasaban la noche haciendo cola en las cercanías de los mismos, pero todo resultaba inútil; al abrir sus puertas el banco les notificaba que no había dinero para pagarle. “Recuerda que Armando Candor es el dueño de este banco y ya había sacado dinero del país”; decía Remigio a Arturo y a Olga.
El dinero nunca llegó
Remigio declaraba a los medios en aquel septiembre de 1993 que el banco estaba en plenitud de condiciones y que no iban a cerrar. Mientras Olga le decía a Arturo… “lo que importa es que los clientes le crean a Remigio, no sabemos nada de Armando”.
“Hay 80 millones de bolívares en la bóveda, los cuales podemos gestionar entre los tres”, decía Arturo. “Será entre los cuatro, yo le dije a Kendry el chico de mantenimiento”. Kendry llegó a la reunión mientras esperaban a Remigio.
“Te vamos a dar el dinero, son ochenta millones de bolívares y los vas a sacar en las bolsas de basura, recuerda que la otra parte de la directiva está pendiente; los vigilantes le pueden decir a Armando”. “No se preocupe, papaíto aquí no les va a fallá, yo saco esa basura en el camión y me dicen dónde nos vemos”, decía Kendry.
Tanto Remigio, como Arturo y Olga estaban nerviosos… “yo confío en Kendry sacamos el dinero y listo”, decía Arturo. Pero Olga les decía… “recuerden que esto está empezando sacamos ese dinero y luego nos hacemos los locos con el banco”.
Varias agencias bancarias del país estaban cayendo una a una, había dinero ahorrado pero el dinero no aparecía. “Remigio, Kendry dice que lo esperemos mañana a las once de la noche en la vía de Guarenas, ya me llamó a la oficina”.
¿Dónde está Kendry?
Las personas iban al banco y comenzaban a dejar la cuenta con apenas dos o tres bolívares. “Ya Kendry sacó la basura, se la lleva en el camión y listo”, decía Arturo. “La gente está retirando todo, menos mal ya este chamo sacó esa plata; después nos hacemos los locos que no sabemos dónde están esos reales”, decía Remigio.
“Nos vemos a las once allá en la vía hacia Guarenas”, les decía Arturo a Remigio y Olga. Esa fría noche se van cada uno en su carro hasta la vía Guarenas a baja velocidad. “Ojalá llegue rápido este chamo y ya, no aguanto los nervios”, decía Olga.
Pero cuatro horas más tarde, Kendry no daba una señal. “Y ahora qué pasaría, ha pasado ya tiempo”. A las cuatro de la mañana los gerentes del banco decidieron irse, “este se fue con el dinero, ¡Dios mío tanta plata!, el dinero nunca llegó”, decía Olga con lágrimas en los ojos.
Al otro día en la oficina no hubo señales de Kendry por ninguna parte, mientras Armando llamaba desde Miami con insistencia. “Cuidado con lo que están haciendo con el dinero allá, eso no es de ustedes”.
Salpicados
Los tres gerentes de las sucursales de Caracas caían en la denuncia por el mal manejo del dinero del banco. A las afueras de las agencias en todo el país, las personas clamaban por sus ahorros. Mientras que de Kendry no supieron por un tiempo de él.
Pasados doce años un hombre disfrutaba de un paseo por las playas de Republica Dominicana cuando se le acerca una joven y hermosa mujer; con quien inmediatamente se conectó de manera especial, salieron y establecieron una relación amorosa.
Poco a poco esta chica se ganó el corazón de este hombre y día a día se ganó además su confianza, pasados unos meses Kendry se comenzó a sentir mal y se enfermó muy gravemente, pero los médicos no daban con la causa de las molestias que presentaba.
Los síntomas empeoraron con el paso de los días y el día anterior a la muerte de este hombre en la cama del hospital la bella joven se le acerca y le dice al oído “esto es tu pago por lo que le hiciste a mi papá”.
La chica era la hija del gerente Remigio, quién había caído en depresión y que falleció luego de tres años en la cárcel. “Viste que el dinero nunca llegó, pero yo sí”
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