En la capital de los monos, famosa por los turistas que llegaban de todo el mundo, los macacos andan a rienda suelta.
El coronavirus atajó los vuelos internacionales y con ello la industria del turismo se vino al suelo en Tailandia. Sobre todo en la ciudad de Lopburi donde llegaban a cada rato los visitantes para ver a los cariñosos animalitos.
Ahora sin turistas los monos están fuera de control por lo que las autoridades intentan adoptar medidas. “Nosotros vivimos en una jaula. Y los monos viven en libertad”, comentó Kuljira, al corresponsal de la agencia AFP.
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Debido a la invasión de los monos la mujer cubrió la parte trasera de su casa con una impresionante reja. “Los excrementos están en todas partes, el olor es insoportable, sobre todo cuando llueve”, agregó.
Un poco más lejos, Taweesak, otro comerciante, instaló tigres y cocodrilos de peluche para intentar asustar a los monos. Los vecinos de la capital de los monos no dudan en usar un bastón para ahuyentarlos cuando se acercan.
En tres años la población se multiplicó por dos y 6 mil macacos cohabitan hoy con 27 mil humanos en la ciudad. Ahora persiguen a los ciudadanos en busca de un trozo de comida. El hambre los ataca y ellos a los humanos.
Expulsados de sus hábitats naturales estuvieron confinados en un primer momento alrededor de un templo. Pero con el tiempo los animales invadieron las calles adyacentes. Además se apropiaron de edificios y obligaron a los comercios a cerrar sus puertas.
Desolada capital de los monos
Así, el antiguo cine de la ciudad se ha convertido en su cementerio. Gracias a los monitos llegaban las divisas porque simbolizaban la principal atracción turística de Lopburi. Por ello los soportaban. Les convenía porque esos animales eran una fuente de ingresos importante.
Sin embargo, desde que estalló la COVID-19 las autoridades tailandesas cerraron todas sus fronteras. Desde entonces no llegan los turistas que alimentaban a los macacos en la capital de los monos. Ahora la situación se escapó de las manos.
Hace algunas semanas se divulgaron imágenes que dieron la vuelta al mundo. Bandas de macacos se peleaban a muerte por unos restos de comida.
Por lo pronto las autoridades pretenden lanzar una campaña de esterilización. En tres años proyectan castrar a unos 500 machos y hembras. El propósito del plan consiste en atajar la proliferación de monos.
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Los primeros días de la campaña atraparon a unos cien macacos que atrajeron a unas jaulas donde les colocaron comida. Mientras tanto andan por ahí, por donde se les antoja en busca de comida.