La experiencia de regañar a un gato deja una sensación parecida a pelearse con un maestro zen. El mundo interior que cultivan los felinos hace difícil un duro intercambio de palabras. Incurrir en actitudes violentas u hostiles contra un gato rompe el sereno pacto de equilibrio que cuesta establecer con estas introspectivas mascotas.
El proceso de educar a un animal es arduo. Necesita mucha paciencia y calma para poder llevarse a cabo de la forma más llevadera posible para ti y para tu gato. Ahora bien, es natural que después de un día difícil, esta paciencia se esfume al contemplar como el felino cruza alguna línea prohibida.
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Un artículo de ExpertoAnimal plantea los errores más comunes al regañar a un gato. La intención es evitarlos para comprender mejor a tu felino. Esta clase de situaciones dan lugar a cóleras desproporcionadas y comportamientos muy inapropiados hacia el animal.
Saber regañar a un gato
La peor consecuencia de caer en esos errores es que no solucionan nada porque son completamente incomprensibles para él. Incluso pueden empeorar considerablemente la situación pues la insistencia en ellos conlleva a que el gato desarrolle problemas de comportamiento a largo plazo.
No entender el comportamiento natural del gato es posiblemente una de las causas más comunes que originan conflictos. Muchas veces, existen expectativas erróneas sobre cómo debería comportarse. Tampoco se conocen del todo cuáles son sus necesidades esenciales. Ejemplo de esto es no permitir que un gato rasque o bufe ante algo que le molesta, ya que, efectivamente, los gatos necesitan rascar y comunicarse.
Pretender anular esta clase de conductas, supuestamente molestas, mediante castigos es como no permitirle comer o respirar. Consecuentemente, el gato se sentirá estresado y tratará de realizar estas conductas de forma inadecuada, rascando muebles por ejemplo.
Entender los motivos
Regañar a un gato de forma exagerada está completamente injustificado, ya que no es capaz de entender el motivo de tu enfado ni qué puede hacer para evitarlo. Esto implica que el felino solo acaba confundido y asocia esta experiencia negativa a ti. Lo peor es que perjudica la formación de un vínculo mutuo basado en la confianza y la comprensión.
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Siguiendo la línea anterior, existe la creencia de que es necesario enseñar a un gato sus heces y/o orina para que este entienda que no quieres que lo haga en un lugar inadecuado. Sobra decir que esta clase de procedimientos están lejos de formar un proceso de aprendizaje para educarle a hacer sus necesidades adecuadamente. Esta acción es una intimidación innecesaria y cruel.
En el momento de educar a un gato, es muy importante ser coherente en tu modo de actuar. No puedes regañar a un gato por algo que a veces se le permite hacer. Por ejemplo, si no quieres que se suba a la mesa, no le dejes nunca. Si a veces eres permisivo el gato no va a entender que existe una causa-efecto entre su acción y tu respuesta, hecho que le desorientará y generará inseguridad.
Por último, uno de los errores más comunes al regañar a un gato es tratar de corregirlos después de haber realizado una acción considerada inadecuada. Si la recriminación no es inmediata y se hace mucho tiempo después, el gato no comprenderá la causa de tu enfado y empezará a sentirse inseguro contigo.
Ofrecerle un correcto enriquecimiento ambiental, ser constante y coherente en su educación y optar por el refuerzo positivo serán la clave de una buena educación. Y sobre todo considerar que los gatos tienen rasgos personales muy particulares y no aprenden de la misma manera.