A finales de los años ochenta comenzó un misterioso reclutamiento de jóvenes. Pablo Escobar Gaviria a sus sicarios quería formarlos como un grupo élite. No quería gente traicionera y menos que se supieran los secretos.
Era un misterio entrar en la misma; luego mantenerse y seguir con vida en aquella Colombia llena de violencia. Buscaba Pablo Escobar Gaviria a sus sicarios que fueran como felinos humanos. Que supieran correr, disparar y guardar secretos.
Que a su vez tuvieran agilidad, tal como atletas para el mal y que los mismos cumplieran la misión. La misma era dejar sin vida a uno de sus tantos enemigos o a un que había osado hablar mal de él. La formación era dura y terrible.
Una especie de ejercito juvenil que empezaba con muchos y terminaban con pocos graduados; en el arte de la maldad. El patrón buscaba a los mejores, aunque muchos no llegaban a la ansiada graduación.
Buscaban velocidad, como también mucho movimiento, saber calcular, no perder tiempo. El mismo buscó a los mejores entrenadores, enseñaban a los muchachos a no tener sentimientos; y a cuidarse.
Pablo Escobar Gaviria a sus sicarios, más mafia y menos urbanidad
La organización que perseguía el patrón era precisamente tener una mafia propia. Al estilo de “La Cosa Nostra” no quería vagos y flojos en su organización. A la hora de celebrar se celebraba a la hora de trabajar había que ser los mejores.
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Era la identidad que quería Pablo Escobar Gaviria a sus sicarios, muchos soñaban con entrar a la escuela de sicarios. A la formación, pero entraron muchos pero pocos pudieron sobrevivir luego de no pasar las pruebas.
Pero la formación era la más dura, los muchachos tenían que soportar el dolor. La primera prueba era precisamente la física; los muchachos tenían que saber correr, escapar y disparar. Moverse de un lado a otro.
Los errores no se perdonaban, tampoco las fracciones de segundos que los separaban el uno del otro. Y la precisión era lo que se tenía que tener a la hora de empuñar el arma. Las pruebas eran duras y pocos la podían pasar.
Eran prueba de tres meses si se querían pasar la primera prueba; los entrenadores eran de Europa y Asia. Los mismos entrenaban a los muchachos con el fin de que fueran los mejores al momento de disparar y huir.
Sin errores, con precisión
Los muchachos tenían tres comidas, entrenamiento férreo tanto al momento de correr y disparar. Allí los que se graduaban tenían muchos beneficios pero pocos tenían que decir a que se dedicaban.
Se conocían por sus alias, la moto era lo más importante, las máquinas tenían que estar calibradas. Los errores se pagaban con la vida en la escuela. Pablo Escobar Gaviria a sus sicarios los buscaba sin sentimientos.
Muchos se olvidaban de la familia, tenían todo en la misma ciudad de Medellín. Y hasta tenían poco permiso para salir a la ciudad, la mayoría estaban buscados por las autoridades y muchos tenían antecedentes penales.