Vamos de aquí para allá pero poco conocemos la historia del Palacio de Los Iturriza o Quinta La Isabela que está en plena avenida Rojas Queipo. La vieja casa tiene muchas leyendas y ha quedado en el tiempo siendo ahora un museo.
Muy cerca de la avenida Bolívar Norte está esta construcción que se hizo a finales del siglo XIX; cuenta la historia que su dueño Don Miguel Iturriza se inspiró en modelos románticos de Europa; el mismo tiene una torre mirador, un porche y adornos los cuales siguen siendo originales.
Los dueños del mismo –según los historiadores- querían un palacio perfecto; querían muchos detalles los cuales lo hicieran una obra del viejo continente en la Valencia del Rey. El arquitecto Francisco Fernández Paz se encargó de su diseño.
El mismo en su construcción original contó con piezas traídas directamente desde Francia. En 1887 se hizo el levantamiento de esta obra inmensa. En 1935 tuvo su primera restauración y ese mismo año la familia decidió venderlo.
Historia del Palacio de los Iturriza en plena urbanidad
Hoy cuando vemos la plena urbanidad, las personas pasando a su lado y muchos ignoran su presencia; la obra sigue firme y siendo una de las favoritas de los arquitectos e ingenieros civiles que viven en la ciudad.
En aquel 1935 uno de los mismos miembros de la familia, Don Manuel Vicente Castrillo Paz; lo compró y trabajó en su recuperación. Para 1981 la ciudad vivía ese auge de transición y lo moderno parecía abrirse paso; enseguida lo decretaron patrimonio nacional.
Había personas que estaban luchando para que la obra se demoliera y se diera paso a la venta del terreno; unos incluso decían que donde estaba estorbaba, cosa completamente incierta en ese tiempo.
La Junta Protectora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, impidió su demolición en 1981; en el gobierno del entonces presidente Luis Herrera Campins. Ya doce años después el gobierno regional de Carabobo dispuso la recuperación del mismo.
Más conflicto pero sin efecto
Hubo otra pelea en los años ya noventa ya que unos estaban en desacuerdo en su recuperación; decían además que costaría mucho recuperar la obra y menos para convertirlo en un museo.
Pero el gobierno regional de ese tiempo supo manejarse en aguas turbias y empezó la recuperación de la obra. Luego como la pintaron en su color original, como lo es el ocre; hubo además más reclamos al gobierno de turno.
Hoy en día, sigue de pie, adornando y conviviendo en la urbe moderna de ahora. En pie enriqueciendo la historia de la ciudad y siendo además uno de los símbolos de mayor arraigo en la capital industrial.
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