viernes, diciembre 13, 2024
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La extraña anciana de las verduras en Bejuma

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Tomás Gutiérrez iba rumbo a Barquisimeto cuando a la altura de Bejuma vio a una extraña anciana llevando un saco. La señora volteó y le hizo seña de una cola al conductor, a este le llamó la atención la mirada fija y el ceño fruncido de la doña; “zape mejor ni me paro”, dijo Tomás.

Iba en su Ford 750 con una carga de cemento rumbo a la ciudad crepuscular, le gustaba salir de noche; en aquel abril de 1992. Tomás subió el volumen al radio del camión mientras la salsa erótica lo acompañaba por el camino.

Mientras iba poco recordaba lo que había visto en la entrada de Bejuma, cuando sintió que el camión empezó a fallar. “Bien bueno me quedo en este camino solo y con este camión dañado”; por más que intentaba sentía que la batería estaba muerta.

Se había quedado un poco más adelante de la salida de Miranda, el camión no prendía, “lo extraño es que las luces y el radio sirven”. Salió del camión y abrió la tapa del motor para ver si veía algo extraño. Al asomarse y alumbrar con la linterna hacia la vía le llamó la atención algo.

Cuando mira hacia la vía, la anciana que había visto en Bejuma se aproximaba hacia él. Se quedó frío y dijo… “no le daba tiempo llegar hasta aqu픓Buenas… buen hombre usted me puede dar la colita hasta más allá de la represa de Cumaripa… ¿usté va pa’ Barquisimeto?, dijo la señora.

La extraña anciana de las verduras

Tomás se sorprendió de lo que le dijo la señora… “bueno si el camión prende sí”. “Suba ese camión va a prender”, le dijo la mujer. En efecto el conductor se sorprendió cuando el camión volvió a prender de una vez… “Vaya poco a poco deje la corredera, que se pue’ matá”, le decía la señora.

Tomás iba a bordo de su camión Ford 750.

Mientras la neblina hacía más peligroso el camino, Tomás se sorprendió de aquella señora la cual no hablaba y por el contrario iba rezando en baja voz. “Padre nuestro que estás en el cielo santificado sea tu nombre venga a nosotros tu reino”…

Un frío le recorrió la espalda cuando la señora se voltea y le dice… “de la que le salvé yo a usté”… ¿Por qué lo dice abuela?, “usted iba a morí y lo salvé”… Tomás se ríe y se queda pendiente de la vía… “no me quiso dar la cola y menos mal primero y me trajo hasta aquí”; le vuelve a decir la anciana.

Tomás miraba el reloj y apuntaba las tres de la madrugada, le había sorprendido lo que le dijo la señora. Cuando iba saliendo del sector Cumaripa ve un camión volcado por completo, ambulancias; patrullas y varios carros…

“Ve lo que le dije miré como hay un poco e’ muertos… ese camionero no me quiso dar la cola y mire lo que le pasó; déjeme por aquí de una vé”. Tomás se sorprendió de ver como la señora se bajó en el lugar mientras veía con detenimiento el accidente; la dama tomó con dirección a la montaña de Sorte por el monte.

La leyenda de Marta

Marta supuestamente ha sido vista por varios camioneros en la Carretera Panamericana Troncal 11. Cuenta una leyenda que la señora ha prevenido a varios conductores de accidentes en la vía que va de Carabobo a Yaracuy; ella vendía verduras en Yaracuy; la plasmamos como la extraña anciana de Bejuma.

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