jueves, abril 25, 2024
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La hacienda del ingeniero en Colombia

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La hacienda del ingeniero en Colombia era una de las más famosas de Medellín; en esta había cultivos de flores exóticas, rosas y muchas plantas medicinales. Carlos, el dueño de la propiedad era un famoso profesional de la agronomía.

Pocos se imaginaban que detrás de aquella imagen había una persona que quería vengarse de mucha gente. “Estoy en contra de la venganza”, decía en los programas donde lo entrevistaban.

Pero por otro lado, Carlos tenía bajo su cargo a siete hombres que se encargaban de desaparecer a los vendedores de drogas en Medellín. El ingeniero estaba obsesionado con acabar con el flagelo. “Sé que solo no puedo pero un favor si puedo hacer”.

Era 1994 meses después de la muerte de Pablo Escobar estaba ejecutando sus planes de venganza. “No se pongan así ni me vean con esa cara, estoy haciendo una limpieza”; le decía a los hombres que tenía a su cargo.

Pero en Medellín estaban las personas diciendo que varios jóvenes habían desaparecido y nadie sabía cómo. Carlos pagaba a exóticas modelos para que fueran el anzuelo para llevarse a los vendedores. “No hay nadie que se resista a una belleza y esta será mi venganza”, decía.

La hacienda del ingeniero en Colombia y la siembra

Invitaba a la prensa para que vieran las flores que se cultivaban, sobre todo las rosas… “Mire esas rosas serán repartidas de manera gratuita en los cementerios”, decía. De hecho, los domingos mandaba una gran cantidad para repartirlas a los asistentes.

Las mujeres agradecían al agrónomo por aquel gesto… “vayan y le ponen esas rosas a sus difuntos”, decía con una media sonrisa. No perdía la oportunidad para colarse en las entrevistas de las televisoras colombianas; y hasta las personas decían que servía para político.

“No hombre yo solo soy un empresario que da flores a las mujeres pobres para sus hijos en los cementerios”; Carlos era un agrónomo que importaba las rosas desde Colombia y era aficionado a los caballos.

Al leer la prensa siempre decía… “vamos a ver quien no está hoy”; las personas que trabajaban con él le temían. “Dejen el temor hombre, yo no hago el trabajo sucio eso lo hacen ustedes”, decía el agrónomo.

Un día el ingeniero cayó de su caballo y murió de forma natural, los hombres que trabajaban con el cargaron con lo que pudieron; y se marcharon sin dejar rastro.

En la tierra

Años después, la hacienda la compraron otras personas descubriendo que habían fosas comunes en varios puntos; la mayoría portaba documentos de cuando los asesinaron entre 1994 y 1996.

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