Cándida y su familia se habían mudado dejando en su casa una caja de juguetes, la cual la regalaron a los nuevos dueños. Era un día frío de septiembre de 1978 en la capital española, la familia Morris había llegado desde Inglaterra a ocupar la casa.
Harry Morris y su familia hablaban muy bien el español pero solo se quedaría con su esposa Mary. Ambos le dijeron a Cándida que mejor se llevara los juguetes. “No es mejor que se queden allí”, dijo con frialdad y seriedad.
Varias semanas Harry preparaba sus estudios escribiendo hasta tarde novelas para canales latinos. Hasta que un día escuchó ruidos en el cuarto donde estaban los juguetes. Le llamó la atención escuchar voces y risas.
¿Quién puede estar allí?, dijo el escritor mientras escuchaba pasos y corridas de personas en los cuartos. Escuchó que varios de los juguetes que estaban en la casa los habían echado al piso. Al llegar encendió la lámpara vio todos los juguetes regados.
Harry escuchó a Mary llamarlo desde uno de los cuartos… “todo está bien Harry”… “sí no te preocupes”. Pero aquella noche parecía multiplicarse los pasos en las escaleras. Como en la cocina y hasta en uno de los accesos al sótano.
Era como si había personas corriendo en la casa, mientras que los juguetes salían otras vez de la gran caja de madera. “Pero quien hace esto”, dijo Harry, quien no pudo pegar un ojo en la madrugada mientras se sentía inquieto.
La caja de juguetes
Las noches siguientes como las madrugadas sintieron muchos ruidos extraños en dicho cuarto, como en el resto de la casa. Harry y Mary se sorprendían de lo que sucedía en aquella casa ubicada en uno de los barrios de clase media de Madrid.
Dormían como podían escuchando cualquier cantidad de ruidos que salía en aquel cuarto. Pensaron que se trataba de animales que entraban a la casa. Aunque se preocupaban por los pasos que escuchaban.
Con el tiempo decidieron irse, aunque la famosa caja donde había muñecas, aviones y cualquier cantidad de juguetes se quedó en aquel lugar. El matrimonio inglés se marchó lugar, años después los nuevos dueños también sintieron ruidos desde aquel cuarto.
Aun en el tiempo y pese que donde estaba la casa hay ahora un centro comercial destacan escuchar los mismos ruidos. Por si fuera poco en el mismo lugar del centro comercial hay una tienda de juguetes, donde afirman escuchar los mismos ruidos.
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