Unos lo ven de manera despectiva, otros le añaden valor y agradecimiento, ¿y tú? ¿Cómo ves a un limpiabotas? Puede ser un oficio interesante para quien lo vive con pasión, así es para Abraham Acosta, razón por la que decidió tomar una cajita de betún y un trapo como sus mejores aliados, desde hace 35 años.
El brillo de cada zapato que pule mientras conversa, se refleja en su mirada y sus manos manchadas con algo de tinta, demuestran su esfuerzo y dedicación, aspecto que afirman los cliente que se adueñan de la silla por unos minutos, esa que adorna los alrededores de la Plaza Bolívar de Valencia, «siempre he estado en este punto», afirmó Acosta.
Abraham tiene 60 años, y no dudó en sacar de su mochila una camisa limpia para estar presentable y contarnos su historia. Desde las Parcelas del Socorro, de la parroquia Miguel Peña, sale desde muy temprano para iniciar su jornada de trabajo a las 8 de la mañana y regresar a las 5 de la tarde a casa.
Aunque no cuenta con un sueldo fijo, Acosta confesó que «solo tengo este trabajo y ya, es lo que me gusta». Sus dedos se entrelazan con un trapo húmedo de betún unas 10 veces al día, y dependiendo del calzado que llegue, el servicio puede oscilar entre 400 y 800, lo que le permite recaudar en sus bolsillos 3 mil bolívares, aproximadamente.
«A los 12 años me puse a vender periódicos, y como a los 16 empecé con esto, mientras estudiaba», comentó Abraham. Nunca recibió críticas o señalamientos por lo que hacía, pero en temas de amor si se vio afectado, «cuando yo conquistaba a una dama, me rechazaba al enterarse que yo era limpiabotas, si sentí ese rechazo», razón por la que no tuvo hijos ni se casó.
«Quiero ser Alcalde, si me permiten»
Los gustos de Abraham son muy variados, de no ser lo que es hoy en día, sería pelotero, cantante o político. Para sorpresa, este carabobeño fue candidato a concejal en Naguanagua, y salió electo, siendo limpiabotas. «Si me dieran la oportunidad de nuevo para hacer política, lo hago. Me encantaría ser candidato a Alcalde, porque quiero ver a mi ciudad bonita, ponerle corazón y lápiz», resaltó con una sonrisa.
Soñador, trabajador y humilde, Abraham Jesús Acosta definió su trabajo como, «una obra que se hace con amor». Además, mientras pulía el calzado de un caballero, aseguró que seguirá sacándole brillo y color a todo, pues quiere que lo recuerden como siempre, con cariño.
