El vestido de novia que usó la socióloga Rosângela da Silva para casarse con Luiz Inácio Lula da Silva en mayo de este año fue decorado por bordadoras de Timbaúba dos Batistas, en el noreste de Brasil.
Esa región, bastión del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, fue la temática de la fiesta: cactus bajo un cielo iluminado por la luna.
Y en todo el vestido había estrellas geométricas idénticas a la estrella del partido, aunque todas blancas. De rojo, solo las rosas del ramo y de la solapa del novio, que vestía un traje azul.
Activista histórica del PT, la socióloga Rosângela da Silva, apodada como Janja, era militante del partido desde mucho antes de conocer a Lula: ingresó a los 17 años, en 1983, y tiempo después pasó a trabajar en la dirección del PT en la Asamblea Legislativa del estado de Paraná.
Conoció en persona a su actual esposo a mediados de la década de 1990, cuando era una recién graduada en ciencias sociales, mientras que Lula ya se había postulado para presidente y estaba viajando por Brasil para interiorizarse en la realidad del país.
El noviazgo, sin embargo, se dio décadas después, cuando Lula ya era viudo de su segunda esposa, Marisa Letícia, fallecida en febrero de 2017.
La relación recién se confirmó públicamente en noviembre de 2019, cuando el expresidente salió de la cárcel en Curitiba después de estar 580 días encerrado.
La liberación se produjo después de que el Supremo Tribunal Federal dictaminara que es ilegal cumplir condena antes del agotamiento de los recursos.
Posteriormente, las condenas contra Lula fueron anuladas por la corte.
Los dos aún no estaban casados, pero Janja figuraba como «familia» en la lista de personas autorizadas a visitar a Lula mientras estaba preso. Y ella iba todos los días, contó Lula después.
«Ella vivía en Curitiba y me llevaba un poco de comida todas las noches. No me dejaba mandar mi ropa a lavar, la quería lavar en su casa», dijo el expresidente en una entrevista en 2021.
Amor oficial
«Cuando salí, pensé: ‘No hay caso, creo que realmente me voy a tener que casar con la niña'». De 56 años, Janja tiene 21 años menos que Lula.
En las fotos del expresidente saliendo de la sede de la Policía Federal en 2019, Janja apareció por primera vez públicamente a su lado. Y ya no se apartó.
Los dos se mudaron a un apartamento en el Gran São Paulo y la socióloga comenzó no solo a aparecer en las fotos sino en actos políticos, en los viajes, en reuniones estratégicas del PT y en la precampaña presidencial.
Lula comenzó a mencionar con frecuencia a su esposa, cuya juventud respecto al ahora presidente electo ayudó a traer la idea de salud y jovialidad a la campaña del PT.
El expresidente se describió varias veces como «un hombre enamorado» y dijo más de una vez durante la pandemia que, a pesar de su edad, tenía «la energía de los 30» años.
«¿Vieron a esta joven que cantaba? Es mi esposa. Esta joven… Me enamoré más de ella cuando estaba en prisión», dijo Lula en un acto en Minas Gerais en septiembre.
«Ella y yo nos escribimos 580 cartas. Todos los días yo le enviaba una carta y todos los días ella me enviaba una carta», agregó.
Las cartas se intercambiaban a través de amigos que visitaban al político en prisión; a veces, a través de ellos, Lula enviaba flores con las cartas a Janja.
Varias veces la socióloga hizo publicaciones románticas con fotos de las flores en Instagram, aunque sin mencionar quién era su admirador ya que el noviazgo aún no era público.
Futura primera dama
El bienestar animal es uno de los temas importantes para la futura primera dama, quien además está preocupada por la protección ambiental, está especializada en gestión social y desarrollo sostenible y ha trabajado en ese campo.
Otro tema relevante para Janja es la protección de menores y la lucha contra la explotación sexual de niños y adolescentes.
Es por ello que participa en campañas a favor de los derechos de los menores de edad.
La socióloga, sin embargo, ha dicho que quiere «resignificar el rol de primera dama», históricamente ligado a la idea del trabajo de cuidados.
Janja se considera feminista y en un evento junto a Lula afirmó que no pretende ser la «ayudante» de su esposo, en referencia al discurso de la actual primera dama, Michelle Bolsonaro, quien dijo en septiembre en un acto con su esposo que «la mujer es una ayudante del marido».
«No te voy a ayudar, no voy a ser una ayudante. Voy a estar a tu lado, juntos, luchando, para que podamos darle a Brasil nuevamente la esperanza que el pueblo merece», enfatizó Janja.
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