jueves, abril 18, 2024
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PCC, la tenebrosa megabanda que aterroriza a Brasil

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IOTA Latino
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A principios de este año reapareció en Brasil con más fuerza la tenebrosa megabanda conocida como el Primer Comando de la Capital (PCC).

Los antisociales se reagruparon después que 75 de sus integrantes escaparan de una cárcel de Paraguay. Se trata de una organización criminal conformada por unos 30 mil delincuentes dispone incluso de su propio tribunal de justicia.

Algunos de sus estatutos están escritos en muchas paredes de los barrios brasileños. Según las autoridades, la agrupación delictiva nació en las cárceles.

Se estima que la PCC creció tanto que se convirtió en una de las principales organizaciones criminales de América del Sur. Sus fundadores estaban presos en la cárcel de Sao Paulo cuando decidieron organizarse en el año 2000. Desde entonces se dedican a los asesinatos, el secuestro, robos y narcotráfico.

Los tentáculos de la tenebrosa megabanda llegan a 25 de las 27 regiones brasileñas e incluso a otros países. No hay delito que ocurra que no esté autorizado por esta organización.

De acuerdo con los funcionarios, el PCC actúa como si fuera una sociedad secreta. Está estructurado de manera horizontal, donde cada grupo tiene su propio jefe. Ellos son los responsables de establecer las penas y castigos en su tribunal de justicia.

El pasado 19 de enero, 75 miembros del PCC se fugaron de la cárcel Pedro Juan Caballero, en una región de Paraguay.  Según el sociólogo brasileño Gabriel Feltran, quien lleva más de 15 años investigando esta tenebrosa megabanda, las órdenes llegan desde las cárceles.

Utilizan un leguaje codificado que cambia con tanta frecuencia que la policía no logra identificar los patrones de dicha comunicación.

Tenebrosa megabanda en acción

El PCC opera como una red de muchos “empresarios” del crimen, que tienen sus propios negocios y pagan un valor mensual para pertenecer a la “fraternidad”. En los tribunales del crimen juzgan a los miembros que se pasan de la raya.

Los jueces que también son ladrones escuchan a los  involucrados en el conflicto y organizan el proceso para dictar una sentencia. Estas decisiones muchas veces se basan en el ojo por ojo, diente por diente.

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