lunes, noviembre 25, 2024
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Petróleo Crudo: el delincuente más buscado en Venezuela

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IOTA Latino
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Hay hombres que hacen historia cuando menos se lo imaginan, protagonizan hechos y situaciones por circunstancias, por cosas de la vida. Ese es el caso de Cruz Crescencio Mejías, alias «Petróleo Crudo».

A fuerza de viveza, audacia, coraje y porque negárselo, de inteligencia, también se ganó el título de “El rey de las fugas”.

Fue un hombre que nunca supo con exactitud dónde nació, ni cuándo, se sabe que vino al mundo el año 1910, no se conoce que haya celebrado un cumpleaños. No conoció a su padre, su madre guardó ese secreto para siempre.

Se sabe que vivió en La Guaira, en Santa Teresa del Tuy, estado Miranda y fue vecino de los callejones “Las Chayotas” y “La Amargura” en el entonces deprimente Barrio “El Silencio”, cuando era la “Caracas de los techos rojos”, en la década de los años veinte del siglo pasado. En esa época todavía no había cédula de identidad.

Cruz Crescencio “a los 14 años se enroló como marino mercante en el barco de bandera americana ‘Red Line’, co-propiedad de la familia Boulton”.

En sus correrías como marinero mercante recorrió muchos países, fue de puerto en puerto, en Nueva York se hizo boxeador, por tiempo breve.

Hablaba inglés, lo aprendió en Trinidad. Era una persona inteligente. Como su color de piel era negrito cerrero, en una de sus fugas va con uno de sus secuaces hacia el centro del país, y éste le dice “Cruz llevas ventaja, porque como tú eres negrito, de noche no te ven”, te pueden comparar con el color del petróleo, de ahí su apodo “Petróleo Crudo”.

Su nombre y apellido quedó registrado en todas las cárceles donde estuvo preso, de todas se fugó, de ahí su bien ganado título de “Petróleo Crudo, el rey de las fugas”.

Pico y pala

En el carnaval de 1928 cuando los estudiantes se le alzaron al general Juan Vicente Gómez, Cruz Crescencio ya robaba frutas, mangos, cambures por los alrededores del mercado de San Jacinto.

Cerca del desaparecido restaurant “La Atarraya”, ubicado frente a la plaza San Jacinto, le robó a un arriero (persona que transportaba las mercancías en mulas), diez bolívares y fue capturado por “La Sagrada” (la policía del régimen) y lo mandan a trabajos forzados, a echar pico y pala, a hacer la carretera de La Piña, cerca de la población de Araira, estado Miranda.

El gobierno del general Gómez, tenía por lema que “la cárcel no es hotel”, por eso los presos no los tenían ociosos, trabajaban desde las seis de la mañana hasta las cinco de la tarde. Así los mantenían ocupados y no tenían mucho tiempo para pensar.

petróleo crudo

El más buscado

Petróleo compartía celda con otro hampón que era su amigo, conocido con el alias de “Mano de Seda”, a quien un día le dice: “esto no es pa mí”, emprendió la huida y logró escapar de la cárcel.

Durante tres meses logró evadir a las autoridades, pero fue apresado y lo mandaron a La Rotunda. Después que murió Juan Vicente Gómez, fue que lo soltaron.

Como zorro viejo pierde el pelo, pero no las malas mañas, el 12 de octubre (día de la raza) de 1936, Petróleo Crudo es sorprendido robándose una joyería, lo hacen preso y lo mandaron a la cárcel conocida como la Isla del Burro, en el estado Carabobo.

A los pocos días fingió estar enfermo, y en un descuido se les lanzó al agua. Las autoridades con tres embarcaciones patrullan todo el Lago de Valencia, no pudieron encontrarlo, lo dieron por muerto, dijeron “se ahogó Petróleo Crudo, se lo tragó el Lago”.

Unos meses después apareció en Barquisimeto, cometió varios robos y lo capturaron, esa vez fue a pagar sus fechorías en la cárcel “Las Tres Torres”, también escapó de esa prisión barquisimetana.

Sigue a Portuguesa y lo captura la Guardia Nacional, y lo devolvieron a la Isla del Burro.

Por su peligrosidad fue aislado en la cárcel, las autoridades estaban curiosos por saber, cómo había salido con vida del Lago, y cuánto tiempo había tardado para llegar a la orilla, a tierra firme.

Él sonriente y a lo mejor en son de burla, les contestó: “¡Veintidós horas mi capitán, porque había una tempestad fuerte!”.

Dos meses después, Petróleo vuelve a escaparse de la Isla por segunda vez. Esa fuga había sido más fácil, comentó. Siete meses después fue capturado y volvió a la cárcel. El mundo del hampa lo bautizó como “El rey de las fugas”.

En una jaula

El año 1941, inicia la gestión presidencial el general Isaías Medina Angarita, su Ministro del Interior le consulta a Federico Landaeta, que había sido el jefe de investigación en el gobierno de Eleazar López Contreras, y conocía bien a Petróleo Crudo, sobre “qué podían hacer con el rey de las fugas”.

Éste le contesta: “meterlo en una jaula gigante, en lugar de un calabozo”. El gobierno de Medina siguió el consejo del asesor, y contrató a la empresa americana «Cuny and Company», para que construyeran la jaula.

Aislado en su nueva morada hecha para él, Petróleo cambió. Pasaba todo el día leyendo encerrado al aire libre.

Los otros presos cuando iban al trabajo, pasaban y le gritaban ¡Adiós Petróleo!, él contestaba “¡Adiós hermanos! Pórtense bien. La violencia sólo engendra la violencia”.

Desde la cárcel

Julio Navarro fue un periodista arriesgado, buscador de la noticia, se hizo pasar por ladrón para que lo mandarán a la Isla del Burro y, así fue preso como un periodista encubierto, logró entrevistar a Petróleo Crudo. Lo que para Óscar Yánez fue un tubazo.

La jaula hizo un milagro, logró que Petróleo se transformara y volviera a ser el Cruz Crescencio, pero intelectual, culto, un hombre que pasaba en su jaula diez y quince horas leyendo todos los días.

Leyó las obras de los grandes juristas del mundo. Era evidente el cambio de conducta de Petróleo Crudo, el hombre ya era de bien, se había regenerado.

Sale de la cárcel por recomendación del padre Alemán Antonio Leyh, capellán del “Penal de Tacarigua”, por un indulto solicitado por el coronel Silvestre Medina, primo del presidente de la República.

Ya en libertad lo hizo su chofer. Escribía con seudónimos en los diarios La Esfera y El Universal, y hasta generó un debate sobre la reforma del Código Penal.

La polémica que había suscitado llamó la atención del presidente Medina Angarita y del Ministro Tulio Chiossone, quienes se percataron que quien escribía con seudónimo era Cruz Crescencio Mejías.

No cambió tanto de vida

El 11 de junio de 1942, Cruz Crescencio Mejías contrajo nupcias con Carmen María García en la jefatura civil de La Pastora, siendo el padrino de la boda el ministro Tulio Chiossone, el jefe civil fue Ramón Ramírez Carrero.

El presidente y general Isaías Medina Angarita no fue a la boda pero le envió 300 bolívares de regalo.

Medina y su esposa Irma Felizola, le tenían aprecio y estima a Cruz Crescencio por los cambios que había hecho.

Petróleo Crudo había contraído un compromiso con el presidente Medina, que él no robaría nunca más a ninguna persona en Caracas.

Unos meses después del juramento, sucede un robo en la urbanización El Paraíso, donde se habían robado 78.000 bolívares.

Fue acusado Petróleo Crudo de tal robo, lo capturan y sin darle mayores explicaciones lo mandan a la cárcel Modelo.

Sus palabras fueron: “Yo no he hecho eso y si lo hubiera hecho por qué lo negaría, lo que sí he hecho en mi vida es robar pero para darle a los más pobres que nada tienen”.

El 1ero de octubre de 1945, a las ocho de la mañana un cabo de presos andino de nombre Rafael Cadenas Lobo, con chapa número 350, que había estado preso con Petróleo en la Isla del Burro y era de su agrado, lo provocaba llamándolo Petróleo Crudo, para recordarle su pasado.

Ante eso él le respondía “yo soy Cruz Crescencio”, pero la discusión creció y el policía sacó una pistola y le disparó tres veces.

El mismo día de ese año, en las primeras horas de la tarde, el presidente Medina Angarita recibió una llamada telefónica en su despacho de Miraflores, los presentes escucharon cuando el presidente dijo: “¡Que broma! ¡Pobre hombre! Vamos a tratar de ayudar a la viuda”.

Luego colgó y le dijo a Pedro Sotillo, Secretario de la Presidencia: “Mataron a Petróleo Crudo, Pedro. Hicimos todo para ayudarlo”.

Desde 1928 hasta 1945, Cruz Crescencio Mejías, alias «Petróleo Crudo» era el titular de todos los periódicos del país.

En la prisión era respetado porque él robaba a los ricos para darle a los pobres. Muchos decían que Petróleo no era un ladrón sino un luchador social.

Parte de su historia con mayores detalles quedó retratada en el libro Amores de Última Página (1991) de Óscar Yanes.

Es así como terminó la vida de uno de los personajes más controvertido de su momento. Petróleo Crudo, murió como vivió, en su ley.

Noticias24 Carabobo

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