Cada día los asesinos condenados a morir en Estados Unidos prefieren que los sienten en la silla eléctrica en lugar de recibir la inyección letal.
David Earl Miller, un preso del estado de Tennessee fue electrocutado tras permanecer 36 años en el corredor de la muerte. Su última voluntad fue fallecer electrocutado, confirmó el Departamento de Correccionales de ese estado. Se negó a ser inyectado.
Junto con Miller un número cada vez mayor de reclusos intentan esquivar la inyección. En Tennessee los reclusos cuyos delitos se cometieron antes de 1999 tienen esa opción.
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Los asesinos como Miller alegan que la inyección letal a base de midazolam conduce a una muerte lenta y dolorosa, aunque ellos a lo largo de su carrera delictiva causaron dolor y sufrimiento.
El fármaco provoca gran controversia en el país, pues sus detractores alegan que no es efectivo. En siete estados las ejecuciones de los asesinos presentaron problemas. Según los críticos, los presos muestran signos de dolor y sufrimiento.
Al midazolam se le han atribuido ejecuciones problemáticas en al menos 7 estados del país, donde los condenados han tardado en morir y, antes de hacerlo, han dado visibles muestras de sufrimiento.
Organizaciones como la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles cuestionan su uso. Pero los defensores de la inyección letal argumentan que el proceso es indoloro. Señalan que los condenados a morir sólo demuestran que son cobardes cuando les toca conocer a San Pedro.
Asesinos en el corredor de la muerte
Los protocolos para la inyección letal implican un cóctel de tres drogas. La primera, el tiopental sódico o pentobarbital, pone a la persona a dormir. La segunda provoca una parálisis y la tercera detiene el corazón.
Pero en los últimos años Estados Unidos ha enfrentado un faltante del primero de los tres fármacos. Las compañías fabricantes se niegan a que este producto lo usen para la pena capital. Sucumben ante las presiones de los grupos antirracistas y feministas son enormes.
Es por eso que algunos estados recurren al midazolam como alternativa. Algunos médicos aseguran que los asesinos experimentan un dolor similar a la tortura durante su ejecución.
En el estado de Alabama, más de 50 reclusos han preferido que los ejecuten en la cámara de gas nitrógeno en lugar de recibir una inyección letal.
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Desde hace algún tiempo la silla eléctrica dejó de ser el principal método de ejecución en Estados Unidos, aunque sí lo fue durante el siglo XX. Los tribunales de Georgia y Nebraska, por ejemplo, han declarado «inconstitucional» este método. Pero los asesinos prefieren morir electrocutados antes de que la inyección letal.