El mundo civilizado todavía condena los brutales latigazos que se ejecutan en algunos países para castigar a sus ciudadanos.
La flagelación pública es habitual en naciones como Arabia Saudita, Afganistán, Indonesia, Sudán, Pakistán, Nigeria y Katar. A pesar del rechazo global, hace algunos días la Corte Suprema de Arabia Saudita confirmó el castigo a mil latigazos y prisión contra un bloguero.
A Raif Badawi, un joven de 31 años y padre de tres niños, lo acusan de insultar al Islam a través de las redes sociales. La sentencia fue condenada por Estados Unidos, Naciones Unidas, la Unión Europea y numerosas organizaciones.
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El joven llevaba cuatro años al frente de la Red Liberal Saudita, un sitio en internet que incentiva el debate sobre temas políticos y religiosos. Pero tras criticar a la policía religiosa el sitio online fue clausurado y Badawi arrestado.
Sin embargo, son frecuentes los castigos a latigazos por mantener relaciones antes de casarse. También por la homosexualidad, consumir licor e incluso por cualquier otra insignificancia.
Ante el rechazo internacional el Gobierno de Arabia Saudí comenzó a implementar la abolición de los brutales latigazos. En su lugar utilizarán como castigo de penas de cárcel y multa, de acuerdo con una circular enviada a todos los tribunales saudíes.
Los azotes feroces constituyen hasta ahora penas de “refuerzo”. Arabia Saudí aplica la sharía o ley islámica, que castiga con latigazos algunos crímenes.
Brutales latigazos en público
En julio de 2017, el Tribunal de Sanciones de Riad sentenció a 20 años de cárcel y 2.000 latigazos a un ciudadano por «acosar a su hija”. Pero meses antes la misma instancia judicial condenó también a la flagelación de unos jóvens que asistieron a una fiesta.
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El príncipe heredero, Mohamed bin Salman, se propone modernizar al país y execrar los sablazos. En los últimos años, se levantó el veto a las mujeres a conducir. Ahora se les permite salir del país sin permiso de su marido. Antes las castigaban con brutales latigazos.