Petra era conocida como la abuela que pedía monedas en la calle cercana a la Basílica de Santa Teresa. La abuela era una de las personas muy queridas y decía que se sabía varias historias de Caracas.
Ella misma afirmaba que era una especie de contadora de cuentos y que para ella contarlo tenían que darle una moneda. Cuenta la leyenda que muchas personas le pedían a la abuela el favor de leerle la mano; ya que era una de las peticiones más comunes.
“Pregunte mija, ya pagó ahora pregunte”, decía siempre a los clientes, la mujer de avanzada edad y cabello blanco y delgadez extrema. Se paraba cercana a la iglesia y lo curioso era que lo hacía en horas de la noche en los años 65 y 66.
Luego de las diez poco a poco llegaba al lugar ayudad con un bastón de hecho, varias personas le temían. Ya que esta destacó lo del terremoto de 1967, un año antes la mujer cuya edad rondaba sobre los 90 años; dijo algo curioso de Caracas.
Expresó que Caracas en aquellos años quería seguir siendo una ciudad clásica. “La ciudad no quiere modernidad quiere seguir siendo lo que es”. Lo afirmaba noches antes de aquel 29 de julio del 67. “Ahora Petra se la pasa llorando” le decía la gente.
La abuela que pedía monedas
Las personas se burlaban de lo que decía la abuela, “esa señora diciendo que viene algo feo para Caracas, mentirosa”. Unas noches antes del 29 de julio Petra llegó caminando con el bastón viendo el cielo. “Dios perdone a esta ciudad”, dijo la mujer de la tercera edad.
Algunos le daban lo que tuviera en el bolsillo… “toma abuela para que compres pan”. Con rostro dulce le daba las gracias a la gente. Unas noches antes del fuerte terremoto que marcó a la capital decía que la gente debía cuidarse.
Allí la gente afirmaba el mito que se decía sobre ella… “esa señora será que es bruja”. Pero aquella noche antes del 29 de julio daba golpes son su viejo bastón a la tierra. “No hagas eso, no hagas eso”, decía con fuerza.
La noche del 29 de julio todo el mundo corría despavorido buscando a la abuela la cual desde esa noche no la vieron más. La buscaron en hospitales, como en casas cercanas pero la abuela que pedía monedas más nunca apareció.
Cuentan que de vez en cuando escuchan un bastón golpeando las calles en las inmediaciones de la iglesia donde reposa la imagen del Nazareno.
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