El café es una de las bebidas más populares; pues su sabor, aroma y beneficios hacen que sea imprescindible en nuestras vidas.
Sin embargo, lo cierto es que cuando lo ingerimos inevitablemente entra en contacto con los dientes, generando manchas en ellas.
¿Por qué se forman esas manchas?
Lo primero que hay que saber es que existen dos tipos: las intrínsecas y las extrínsecas.
Las manchas intrínsecas son aquellas que están debajo del esmalte dental y que pueden ser congénitas o adquiridas a lo largo de la vida debido a, por ejemplo, un traumatismo.
Mientras que, las extrínsecas son las más habituales, quedan en la superficie del diente y son provocadas, justamente, por los pigmentos del café, vino tinto o algunos alimentos.
El imán de manchas
Una vez en la boca es donde entra en juego un concepto que hemos escuchado mucho en anuncios de pasta de dientes: la placa.
¿Qué es la placa? Es una colonia de bacterias que se forma en los dientes; y esta placa es una gran absorbente de pigmentos.
La interacción de los alimentos con la saliva provoca el endurecimiento de la placa y allí es que se forma otro de los conceptos que aparecen regularmente en las publicidades: el sarro.
Estas manchas se eliminan con una limpieza dental, algo que se debe hacer en promedio dos veces al año, aunque varía según cada boca.
Al quitar la placa o el sarro, las manchas desaparecen.
Si la limpieza en el consultorio no fuera suficiente, el paciente puede recurrir a técnicas de blanqueamiento con peróxido de carbamida o agua oxigenada bajo la supervisión de un profesional.
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