Adiós Alfredo Fermín, pero no fue cualquier despedida, la sociedad carabobeña se presentó ayer toda la mañana en al funeraria donde estaba su cuerpo.
Como lo describió mi colega Beatriz Rojas en el diario El Carabobeño: “Allí estaba Alfredo, trajeado de forma impecable y muy elegante, como le gustaba asistir a los actos especiales. Sus amigos le estaban rindiendo el último homenaje”.
Valencia despidió a uno de los periodistas insignes; que no tuvo que nacer por estas tierras para quererla tanto.
Tampoco cabe el refrán de nadie es profeta en su tierra, por su nacimiento en Porlamar, porque este hombre era muy querido en su terruño neoespartano, pero labró una excelente carrera profesional por estos lares.
Sus reconocimientos por parte de cualquier sector político, económico, cultural y social lo ratificaron ayer en ese funeraria.
Eso no se gana de la noche a la mañana, se labra y este hombre lo hizo frente a un teclado, primero en esas grandes máquinas y luego se adaptó a la era de la computación; lo mejor jamás dejó de “patear calle” como cualquier bisoño de periodista.
Adiós Alfredo Fermín
El arzobispo de Valencia, monseñor Reinaldo Del Prette, fue su amigo. No era para menos, no solo porque Alfredo cubría la fuente religiosa en en al entidad.
Ambos fueron creciendo, cada quien en su acera y Del Prette, solo tiene como pecado mortal ser de Tiburones de La Guaira.
“Fue un hombre de fe, de honradez y de honestidad. Que el señor como buen pastor lo reconozca entre sus ovejas, lo monte sobre sus hombros y lo lleve a la morada del gozo eterno al lado de Dios padre”; dijo Del Prette de Alfredo en la misa exequial.
Muestras de cariño y recuerdos
Alfredo el periodista (aunque no creo que uno tengo dos personalidades) dejó como legado que esta profesión u oficio (como la quieran llamar) es para servir, analizar, ser crítico sin ofender a nadie, pero con humildad, que nos falta a muchos.
Ahí estaban excompañeros de trabajo, personalidades y no tan conocidos de la Valencia de antes y de ahora.
Colegas que en algún momento se toparon con Alfredo en las pautas; incluidos los “plantones” de esta profesión; pero este neoespartano con corazón, alma y mente valenciana, llegaba tranquilo a realizar su trabajo.
“Alfredo fue una persona buena, un enamorado de Valencia, una persona que quiso esta ciudad tal como la quieren ustedes que la han vivido y padecido”; dijo Carolina González, jefa de redacción de El Carabobeño.
Pero también fue un hombre de unos sentimientos que exteriorizaba en su momento y Carolina González le confesó a Beatriz Rojas (algo que ella y muchos también sabíamos).
“La casa de Alfredo siempre fue El Carabobeño, por ello cuando dejó de circular y ya no pudo escribir para la versión en físico, le dolía visitar el diario, donde pasó gran parte de su vida” dijo Carolina González.
“Estuvo lucido hasta el último minuto de vida, solo estaba muy triste. Debemos recordarlo como el hombre trabajador que era, como el gran amante de Valencia que fue” agregó la periodista.
“Su obra y figura permanecerán”
El arte y Alfredo eran el uno para el otro. Este hombre, graduado en la primera promoción de licenciados de comunicación social de la UCV; siempre estuvo ligado a la cultura de esta ciudad.
“Alfredo Fermín se ha quedado entre nosotros para siempre. Su obra y su figura permanecerán como el más fuerte de los camorucos de nuestra amada Valencia, a la que él inventaba paso a paso, mientras caminaba por ella, y escribiendo sobre ella en su columna Hoy y Después en Valencia”; así lo reconoció otro de sus grandes amigos, José Napoleón Oropeza.
El Colegio Nacional de Periodistas. seccional Carabobo estuvo presente con su junta directiva comanda por la secretaria general Ruth Lara Castillo.
Igualmente otros gremios, representantes de la UC; la Alcaldía de Valencia, por su burgomaestre Alejandro Marvez, familiares y amigos, entre otros.
Alfredo Fermin fue trasladado al cementerio Jardines de Paz en San Joaquín; donde recibió cristiana sepultura. ¡Que Dios, la Virgen lo tengan en su gloria amigo!. Nos vemos.
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