Los zamuros en Caracas en los tiempos cuando la ciudad tenía los techos rojos o techos de tejas no avisaban nada malo. Todo lo contrario si estos eran vistos en los techos era que la familia tenía mejoría económica.
Eran los tiempos cuando las mujeres andaban de vestidos antañones y los hombres de traje, capa y sombrero. Cuidado con decir palabras obscenas… ¡por favor! O expresar algún pensamiento impuro, nada que ver. La ciudad era otra cosa.
Las casas donde se veían los zamuros avisaban que allí se vivía bien y se comía muy bien. Eran platos majestuosos todos los días. Además de eso algún jugo de frutas bien sea un guarapo de caña frío u otra bebida de calidad.
Tanto es así que en los patios de guardaban esas botellas de vidrio con el fin de que sonasen para los vecinos escucharan que se había disfrutado de una buena bebida. La comida era excéntrica y muchos hacían el esfuerzo por comer bien.
En aquella Caracas de andar despacio, nada de apuros, todo lo contrario y así las personas podrían ver en el día a las aves de carroña arriba de las casas. Existían muchas creencias sobre los zamuros, el vestirse de negro o los cuentos del “Chupahueso”.
Los zamuros en Caracas… “el chupahueso”
Y precisamente los zamuros buscaban los huesos arriba de los techos, estos no iban a parar a los perros de esos tiempos. Estos eran lanzados sobre los tejados con el fin de que los zamuros llegaran.
Así las personas sabían que allí se había comido muy bien y que todo estaba perfecto en cuanto a la hora del almuerzo. Muchas casas eran bien vistas si se encontraba algún zamuro rondando esa propiedad.
De allí, los famosos cuentos del “chupahueso” el cual rondaba dichas casas con el fin de alimentarse. Muchos zamuros se llevaban como fuera algunos huesos para su lejano nido.
“Afirman que en esa época cuando las familias comían pollo, solían echar los pellejos y huesos en las tejas de los techos de sus casas; lo que se convertía en un festín para las aves de carroña. De esa forma, cuando los vecinos avistaban zamuros rondando daban por hecho que la familia gozaba de buenas condiciones económicas”, cuenta el exministro Haiman El Troudi.
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