sábado, diciembre 14, 2024
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Terminaron las aventuras del delivery en la ciudad

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Hacía brisa en la capital… Raymond recorría Chacao en su moto, la misma acondicionada para trabajar como delivery en la ciudad; la misma no tenía logotipo de marcas, ya que trabajaba de manera ocasional para algunas empresas; panaderías, farmacias y hasta abastos.

“Hoy es la oportunidad de quitarle la placa a la moto y salir a hacer algo malo”; el hombre se metía por las calles de Sebucán y las personas pensaban que era uno de los repartidores y no les prestaban mucha atención.

Veía a las muchachas que salían a pasear a los perros y aprovechaba para tocarle los glúteos. Aceleraba la moto… “Eso mami más nada”, le daba una nalgada, soltaba la carcajada y aprovechaba salir a toda velocidad del lugar.

“Tengo varios cascos no van a saber que soy yo, además no pertenezco a ninguna empresa hago mandados y eso me ayuda”; decía Raymond. En las redes sociales las personas hablaban del repartidor que había tocado a varias mujeres.

Pero no había ninguna pista, nada que lo llevara hasta el. Lo llamaban de farmacias, restaurantes, ferreterías y en esos momentos iba como un repartidor responsable. Además nunca se quitaba el casco o el tapabocas y cargaba lentes. “Estoy forrao en trapo, imposible que alguien me encuentre” decía Raymond.

Un delivery en la ciudad

Otros le hablaban de un motorizado que está tocando muchachas al este de Caracas… “yo no sé nada de ese tipo”, decía Raymond. “No tengo nada con que puedan identificarme”, decía en silencio.

“Ese tipo ya tiene un problema buscado, ha tocado a varias muchachas y eso es un abuso a la integridad femenina”; decía Jessika la única delivery del grupo. Pero Raymond evitaba opinar y hablar del tema. “Las muchachas dicen que es el mismo tipo pero que se cambia el casco”.

La abuela y la cámara

Gardenia para sus 67 años era una mujer muy hábil con el teléfono y a todo le tomaba fotos; era infalible a la hora de captar una persona pasando el semáforo en rojo; además en sus redes tenía varios vídeos que se habían hecho virales.

Un sábado en la mañana estaba saliendo en su carro cuando vio que Carla era tocada por un motorizado; enseguida aceleró su carro. ¡Súbete súbete! La muchacha abrió la puerta trasera y se montó con el perro. Gardenia siguió al motorizado y tomó varias fotos, “vámonos para la policía, Ministerio Público, lo que sea hay que denunciar a ese tipo, hay que hacerlo viral”.

El corazón de Raymond latía fuertemente sabía que estaba casi al descubierto… “al tipo le están siguiendo la pista al este de Caracas”; decían en el grupo que buscaban al delivery en la ciudad, acusado de dar nalgadas a las muchachas.

Las fotos de la moto de Raymond rodaban por todas partes… y ya estaba plenamente identificado. “Yo preste esa moto, en la mañana de hecho, yo me fui con una chama para la playa ese sábado” decía.

Pero no le quedó más remedio que entregarse ya que su aventura de tocar traseros había quedado al descubierto. “Vieron por ese tipo ahora pagamos todos los deliverys”… decían en el grupo de los repartidores de Caracas.

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