Eran las tres de la madrugada cuando Myson el enfermero caminaba entre la madrugada de un hospital en Río de Janeiro, vestido de blanco iba solitario entre el frío del pasillo; sin que nadie lo observara… se preparaba para sumar una víctima más.
Los médicos se sorprendían de cómo las personas que estaban en coma o en una fase terminal morían. Pero el mismo decía que era lo mejor, o simplemente se iba callado sin decir nada. Era un hombre callado y muy frío.
Cuando uno de los pacientes moría tampoco se percataban que este entregaba tarjetas de funerarias cercanas a los familiares. Fue así cuando la directiva del hospital comenzó a ver que la cifra de fallecidos iba en alza.
Myson el enfermero
Una cifra alta de personas fallecidas… cuando otro enfermero se daba cuenta que las rondas de Myson en las salas de pacientes siempre dejaban a alguien muerto. ¿Qué llevas allí?, le dijo el otro enfermero… descubriendo lo que Myson inyectaba a las personas.
Se llamó a la policía, el otro enfermero decía que Myson inyectaba algo letal a las personas. Todo aquello daba pie a las averiguaciones del caso, mientras la policía interrogaba una y otra vez al enfermero.
Las averiguaciones se hicieron largas, hasta que el mismo enfermero expresó ser el culpable. Pero no todo terminaba allí, el hombre se mostraba frío y sorprendió lo que dijo a los detectives que lo estaban investigando.
El hombre comentaba que esas personas a las cuales inyectaba estaban enfermas y sufriendo. Decía que no se arrepentía de lo que había hecho. El hombre fue encarcelado no sin antes continuar la policía con más averiguaciones.
Un extraño pacto
Sigue siendo otro misterio pero los investigadores decían que el hombre pactaba con las funerarias cercanas al hospital donde trabajaba por las víctimas.
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