Familiares y amigos dieron el último adiós a los náufragos de Güiria. En procesión cerca de 100 personas caminaron hasta el cementerio.
Entre lágrimas, sollozos y lamentaciones las personas acompañaron los ataúdes; donde reposan los cuerpos inertes de los náufragos de Güiria.
En esta ocasión, los allegados despiden el cuerpo de la maestra Cristalinda Goitía, de 36 años, quien partió rumbo a Trinidad y Tobago desde Güiria con su hijo de 11 años de edad, para reunirse con su esposo. Pero, ahora los dos están muertos.
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Güiria es un pueblo costero en el estado de Sucre, ubicado al noreste de Venezuela. Desde allí, zarpan botes pesqueros precarios hacia el país insular cargados de migrantes que buscan escapar de la profunda crisis.
Una travesía sin retorno
El pasado 6 de diciembre, un bote salió con 30 personas abordo; pero dos semanas después las autoridades hallaron los restos de 23, según el gobierno venezolano.
Por ahora, las condiciones del naufragio no están claras. Solo que los primeros cuerpos aparecieron a 13 km de la costa venezolana.
El hombre que maneja el camión y que hizo viajes de seis horas por tierra con los primero 11 cadáveres, le cuenta a la AFP que “El pueblo de Güiria está impresionado”. Se dirige a Cumaná para las autopsias.
Por su parte, su hermano Santiago dijo que “ella fue buscando nuevos horizontes”. Un poco cabizbajo y abatido por el dolor.
Otros familiares gritaron durante el entierro que “¡Espérame hija en el paraíso!”… “¡En el paraíso nos vemos!”, “¡Diosito, dame fortaleza!”.
En Güiria se respira una profunda tristeza. No habían enterrado antes a migrantes muertos en naufragios.
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