viernes, marzo 29, 2024
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Reuniones por Zoom, más agotadoras que las presenciales

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IOTA Latino
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El confinamiento provocado por el coronavirus ha popularizado las reuniones por Zoom. Asistir a una reunión de trabajo se convirtió en otra cosa. De vestir nuestra mejor camisa para impresionar al jefe pasamos a sentarnos en pijamas y pantuflas frente a una pantalla.

Pero la vestimenta no es el mayor problema al recurrir a esta tecnología. Contemplar varios rostros que nos miran desde la cercanía digital puede ser una experiencia agotadora. Hay una extrañeza que se mueve entre ese estar y no estar. Las consecuencias de este nuevo hábito laboral nos han tomado por sorpresa.

En las reuniones por Zoom la gente tiene que hacer más esfuerzo emocional para parecer interesada. Sostener la concentración en las palabras sin un claro lenguaje corporal resulta extenuante.

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Por otra parte, las reuniones en persona no solo tratan de intercambiar opiniones. Ellas cumplen una función ritual que equilibran la interacción en los ambientes de trabajo. Los encuentros digitales en cambio funcionan como una repentina invasión del espacio íntimo.

Memoria funcional limitada

Se debe tomar en cuenta que nuestros cerebros poseen una memoria funcional limitada. Esto significa que podemos hacer pocas cosas a la vez. Nuestros cerebros solo pueden hacer pocas cosas a la vez de forma consciente, porque tenemos una memoria funcional limitada.

No obstante, podemos procesar mayor cantidad de información de forma inconsciente, como lo hacemos mediante el lenguaje corporal. Las reuniones por Zoom incrementan nuestra carga cognitiva debido a que sus características involucran mayor capacidad consciente.

Las importantes señales no verbales son procesadas automáticamente en las reuniones cara a cara. Y esto ocurre simultáneamente al mensaje auditivo que percibimos. Pero en las reuniones por Zoom, requerimos esforzarnos más para procesar las señales no verbales. Poner más atención en esto consume mucha energía porque los cuerpos no se comunican.

Otro elemento a considerar es el silencio. Las pausas en las conversaciones ayudan a crear un ritmo que forma parte de la efectividad comunicativa. No ocurre así en las reuniones por Zoom. Allí el silencio genera ansiedad. Un retraso de segundos en la respuesta online hace percibir al interlocutor como poco amistoso y desinteresado.

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De acuerdo a las condiciones actuales de la pandemia, tendremos que adaptarnos a este tipo de encuentros. Lo cierto que nuestros patrones de comunicación habituales no serán válidos en estos encuentros de pantalla.

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