Era 1942 cuando las personas se quedaban entretenidas escuchando al vidente de la Plaza Mayor. Mientras los domingos las personas iban a escuchar las retretas y las canciones que siguen identificando a Caracas, otros se deleitaban con lo que este hombre decía.
Hasta ahora no se tiene conocimiento del nombre de aquel clarividente el cual dijo cosas que hoy por hoy siguen asombrando a la gente. De hecho es uno de los personajes que dejó mucha huella en la capital por lo que dijo.
Este, según relatos e investigaciones que hacen en la capital destacan que era un hombre muy sabio y que todo lo que dijo se cumplió. En aquellos años cuarenta destacaba informaciones de la vida de Jesucristo; las mismas sorprendían a las personas.
El mismo infundía respeto, ya que era una persona estudiada pero adelantada para el tiempo. De hecho, era una especie de cronista del futuro de Caracas por lo que decía desde aquel lugar de la plaza. Lugar que sigue siendo emblemático para los nacidos en la capital.
Era sorprendente lo que decía y las personas lo escuchaban hablar mientras ellos silenciosamente recordaban lo que decía. Quizá dijo muchas cosas las cuales en aquel tiempo pocos prestaron atención.
El Vidente de la Plaza Mayor de Caracas
Pero resultaban curiosos los términos que este empleaba en lo que hablaba y decía palabras como “regresiones astrales”. Eso sorprendía mucho a las personas, ya que esas palabras nadie las empleaba en esos tiempos.
Las personas se sorprendían más cuando aquel hombre decía que al Waraira Repano o Cerro El Ávila era el vigilante de la ciudad. Este al ver al Ávila cubierto de nubes hablaba que era un custodio de la capital.
Llamaba más la atención cuando decía que a la montaña capitalina vendrían personas a clavarle hierros, y luces gigantes en sus cumbres. Lo miraban atento y se preguntaban como iba a suceder aquello con la montaña
“Otros invadirán sus faldas irrespetándolas con profanaciones”, decía el hombre. Luego lo que dijo si quedó en la memoria de la gente; “luego el cerro se vengará y no temblará una, más bien dos veces. La primera cuando la ciudad esté cumpliendo años y venga mucha muerte y destrucción”.
Mirando a la imponencia del Ávila dijo que el cerro iba a terminar antes de que terminara el milenio. El hombre era una especie de adivino que la gente iba a ver los domingos. Unos hoy en día destacan que esa parte donde se colocaba el hombre es tomada por religiosos.
Se dice de muchas historias que este hombre pudo haber vaticinado, pero en aquel tiempo unos creían y otros no tanto.
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