Albert había llegado al país luego de la guerra en Europa, el vaticinio del farmacéutico se había cumplido. El hombre se había hecho famoso en los juegos de azar que había en las noches de Caracas y las personas le pedían siempre una recomendación.
Para aquel tiempo llegó a la capital y colocó una farmacia y le decía a las personas sobre cómo debían cuidarse precisamente de los virus de aquel tiempo. Sorprendía como se internaba en el imponente Ávila en busca de culebras para extraerles el veneno.
“Yo no les quito la vida, solo me aprovecho de su veneno”, el hombre de barba blanca y de ojos azules llamaba la atención con lo que decía. “Caracas será una capital elegante y de distinción, pero podría suceder algo muy terrible antes”.
Albert era un conocedor de las plantas, y sorprendía a la gente con lo que decía. El hombre cerraba los ojos en casas de sus amigos y decía… “aquí en ese lugar estarán en resguardo”. Las personas les daba un poco de curiosidad por lo que decía el farmacéutico.
El mismo era muy buscado para la preparación de fórmulas para la tos y remedios para la fatiga. Pero también para que hablara de lo que podría suceder en la capital del país. “Usted cree señor Albert que pueda pasar algo”.
“Una furia del centro de la tierra podría venir, eso sí le tengo temor. Es como si de adentro corrieran caballos en la capital”, decía el hombre de la farmacia. Las personas se sorprendían de lo que decía en aquel tiempo”.
El vaticinio del farmacéutico en Caracas
Las personas buscaban a Albert en aquel año de 1967 para que hablara de lo que podría pasar. “Hay que prepararse”, decía el hombre conocedor de la medicina. Más por lo que había dicho una pitonisa en Europa.
A pesar de que Caracas era una ciudad que venía poco a poco creciendo pocos conocían a Albert. “Pero pase lo que pase, no hay que tener miedo”, decía el hombre con su acento francés aun arraigado en su español.
Aquella 29 de julio del año 1967, se vio a Albert cerrar muy temprano la farmacia. Apuraba el paso mientras las personas se quedaban asombradas de que cerrara de esa manera y se fuera del lugar.
La noche de aquel sábado pasada las siete de la noche ocurrió el terremoto de Caracas. Las personas se sorprendían por lo que había dicho el farmacéutico francés. Del cual más nunca se supo…
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