Katiuska había pasado toda la cuarentena trabajando desde casa y poco prestaba atención a los cuentos de las estafas. La trampa de María estaba de moda pero ella nunca prestó atención. Su hija le contó una vez sobre las estafas de moda pero no le dio importancia.
Prefería estar metida en su negocio de arroz chino, tortas y tequeños de esa manera se ganaba la vida; en el municipio San Diego se había hecho famosa y tenía muchos clientes. Pero en cuanto a las estafas decía que era mentira y que no podía caer en eso.
Había salido adelante luego de que su esposo se cansara de la rutina y dejara el hogar cuando su hija estaba pequeña. Salía adelante con su propio negocio, a pesar de ser profesora graduada; ganaba dinero vendiendo comida.
Los meses de cuarentena le habían caído de perla para su negocio y su hija y el novio de esta le hacían propaganda. En las redes sociales se ofertaba el arroz chino, tequeños y tortas; y su teléfono todo el mundo lo conocía.
Precisamente una de sus amigas María le habían robado el teléfono y la había contactado por redes sociales. Pensó como siempre en llegar desde La Esmeralda hasta El Morro a verla; para hablarle del negocio y platicar con su amiga.
La trampa de María, entre el negocio y la estafa
Precisamente cuando Katiuska estaba contactando a unas personas para varias bombonas de gas recibe un mensaje. “Hola Soy María”, cuando vio el mensaje pensó que su amiga que vivía en El Morro ya tenía número nuevo.
Le contestó enseguida “Amigaaaaa como te va? como te ha ido?, que bueno que tienes número nuevo me va bien en el negocio”. Mandó el mensaje y recibió una respuesta con confianza; “que bien amiga este es mi número pero ahorita ando apurada por una emergencia”.
Enseguida Katiuska por tratarse de su amiga de la Universidad de Carabobo le dijo su respuesta. “Tranquila si te puedo ayudar en algo solo dime y te ayudo yo tengo mi negocio”. Envió el mensaje y la amiga le dijo que necesitaba vender unos dólares.
“Amiga el dólar cerró en 924 mil bolívares pero mi mamá se enfermó y necesito vender los dólares. Lo estoy haciendo en 700 mil bolívares, me ayudas”. Por supuesto Katiuska le dijo a su hija y esta titubeó… “estas segura que es el número de tu amiga; no te llamaran por el negocio”.
Pero enseguida Katiuska le dijo que le diera la cuenta bancaria para comprar las “lechugas”. “Amiga dame la cuenta a mi me va bien en mi negocio yo te compro esas 200 lechugas”; enseguida recibió una cuenta. Veía como una ganga aquel precio de venta.
El contacto perdido
Si le pareció extraño que tenía registrada a María con un banco diferente pero esta le dijo; que por el apuro lo pasara a otro número de cuenta. De esa manera Katiuska compraba los dólares cercano al día de la Navidad.
“Amiga ya te pasé el dinero de los dólares, tranquila yo los necesito para mi negocio; si tienes billetes de baja denominación mejor”. Enseguida la respondieron no te preocupes yo te lo llevo ahora. “Si no vas a salir yo paso ahora por allá”.
La trampa de María ya tenía una nueva víctima y Katiuska aun no se había dado cuenta. Pasó pensando en su negocio y vio que no le llevaron el dinero ni el sábado ni el domingo. Katiuska empezaba a preocuparse.
No aparecía
“Voy a ir donde María hija, voy a buscar el dinero seguro no le ha dado tiempo de traerlo”; le dijo a su hija quien aceptó ir con ella. Cuando llegan al Morro, María salió y se sorprendió del negocio de los dólares.
María le dijo a Katiuska que no tenía celular, tampoco cuenta bancaria y menos de la compra de los dólares. Un frío recorrió el cuerpo de la profesora y pensó en el mal negocio. “Amiga te estafaron, caíste en el Hola Soy María”.
“No sabes de esa estafa, eso se ha regado en todo el país y han estafado a mucha gente; todo vendiendo un negocio de dólares”. Hasta hoy la profesora a pesar de las denuncias hechas espera que agarren a los delincuentes.
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