viernes, marzo 29, 2024
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SEGUNDA VUELTA: ¿El as bajo la manga?

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Por Marcos Meléndez

@marcosmelendezm

Hemos visto que en el modelo electoral de varios países de nuestra América Latina, existe la figura conocida como “segunda vuelta” que se activa, si alguna de las candidaturas presidenciales no alcanza más del 50% de los votos. Según quienes diseñaron estos modelos electorales la razón es que, de esta manera, se garantiza que quien gobierne desde el ejecutivo tenga apoyo popular del 50% de los y las votantes.

Sin embargo, este sistema también sirve para que, si surge una fuerza progresista en el escenario electoral que gane unas presidenciales, las fuerzas conservadoras puedan reagruparse, buscar financiamiento y volcarse a atacar a esta fuerza progresista con el fin de neutralizarla.

Cualquier liderazgo emergente que gane las elecciones en una primera vuelta, será incapaz financiera y logísticamente de sostener una campaña electoral de cara a unas nuevas elecciones con toda la derecha unificada en torno a destruirle y con todo el dinero de la banca puesto al servicio de neutralizarle.

Así podemos ver por ejemplo el caso de Ecuador, donde el candidato progresista Andrés Arauz obtuvo el 32,72% de los votos sobre el banquero conservador Guillermo Lasso que se quedó con el 19,74% de las preferencias. En medio de ambos, Yakú Pérez un líder con características fenotípicas y ascendencia indígena,  identificándose como progresista, obtuvo el 19,3% de los votos válidos.

En ese escenario se fue a segunda vuelta. Y, estadísticamente hablando, lo “normal” era que las fuerzas progresistas  (Arauz y Yakú) se unificaran para garantizar que el voto dejara fuera a los conservadores y banqueros corruptos representados por Lasso y un pacto entre la revolución ciudadana y el movimiento indígena llegara al poder en Ecuador.

Sin embargo, como no hay nada menos natural que la política y la economía, arrancó una multi millonaria campaña en contra de Arauz. Los mismos cuentos de “te van a quitar tu casa” (como si hubiera mucha gente con casa) o “vamos a ser tan pobres como Venezuela” sonando en todos los medios de comunicación del país y del extranjero era el orden del día.

Simultáneamente, se gastaron millones también en una campaña para humanizar la figura de Lasso. Desde tik tok, veíamos videos del banquero cocinándole en su casa a la esposa, o mostrándose hogareño de todas las formas posibles, ofreciendo empleos que le iban a permitir a las ecuatorianas y ecuatorianos vivir en familia como lo hacía él.

Poco antes de la segunda vuelta vino el remate. Aparecieron la OEA y el grupo de Lima como “observadores” y se adueñaron del sistema electoral. No fueron a observar, fueron a tomar control político del poder electoral con la anuencia del gobierno y los medios de comunicación.

Como si esto no fuese suficiente, un giro en la posición del indigenista Yakú Pérez terminó moviendo a su militancia hacia el voto nulo, dejando a las fuerzas progresistas con un millón de votos menos.

El resultado: Lasso pasó de tener 19% a tener el 52% de los votos válidos en la segunda vuelta mientras que Arauz pasó del 32% al 47% de los votos válidos con un 16% de votos nulos que hubieran podido hacer la diferencia.

La verdad es que Arauz ganó las elecciones en primera vuelta con el 32% de los votos, lo cual es más del doble del porcentaje que sacó el partido de Ángela Merkel en Alemania y con el que gobierna. También más del doble de los votos con los que Caldera ganó las elecciones y con los que gobernó cinco años con las garantías suspendidas. Pero en Ecuador, eso no es suficiente. En Ecuador hay una segunda vuelta para que los banqueros tengan chance de entregarle su CNE a la OEA y al grupo de Lima, para que le entren a palo mediático al candidato progresista y para que un líder que controlaba un millón de votos se voltee a última hora mandando a votar nulo ¿a cambio de nada?

En Perú casi lo logran. De cara a la segunda vuelta vimos a los Vargas Llosa abrazando a los Fujimori a pesar de ser enemigos a muerte, todo para tratar de neutralizar al maestro rural Pedro Castillo quien ganó en primera y segunda vuelta. En este escenario, Fujimori dice que hay “indicios de fraude” dado que ven como imposible que el pueblo elija a un profesor para defender sus intereses.

Algo si tienen claros los banqueros de Ecuador, los Vargas Llosa y los Fujimori en Perú al igual que toda la derecha conservadora en América Latina: La conciencia de clase.

Ellos si son capaces de apartar sus diferencias en torno a la unidad de los iguales para tratar de neutralizar cualquier intento del pueblo por poner en el poder a uno de ellos.

Somos nosotros y nosotras, los de abajo, los que caemos en trampas como “yo no soy de la clase trabajadora, soy de la clase media” “yo no soy trabajador, soy empresario porque tengo dos empleados y un motorizado que trabajan en mi negocio” y nos ponemos a creer que un banquero como Lasso va a defender nuestros intereses. Es nuestra clase social la que cree en que “eso es allá en Perú y en Ecuador, eso no tiene nada que ver con nosotros” o “yo no soy de esta clase social, mi lucha es solo el feminismo”

Feministas, obreras, obreros, la fantasía de la clase media, todas y todos los que no vivimos de explotar fuerza de trabajo para acumular capital, tenemos algo en común: Vendemos nuestra fuerza de trabajo a cambio de un dinero con el que compramos bienes y servicios para subsistir.

Toda esa masa y esa fuerza debe estar unida, con nuestras diversidades y contradicciones, luchando juntas y juntos para hacer que tenga sentido, la palabra UNIDAD…aún en segunda vuelta.

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