viernes, abril 19, 2024
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Se cumplen 60 días sin la presencia del presidente Chávez

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Se cumplen 60 días sin la presencia del presidente Chávez
Foto:Panorama

(Valencia, 10 de febrero. Noticias24 Carabobo) Vestido de militar, en impecable traje o en su clásica casaca roja, a casi todas horas era visto en la TV. Cantando, arengando o predicando su revolución bolivariana. Durante 14 años Hugo Chávez ha pasado por todo menos desapercibido, casi posee el don de la ubicuidad.

Por eso, después de su histórica victoria electoral el pasado 7 de octubre y de la euforia que entre sus seguidores despertó el hecho de tener por delante otros seis años para la consolidación de su proyecto, solo dos meses después, el 8 de diciembre pasado, los venezolanos fueron sorprendidos por el propio Presidente reelecto, con la noticia de que debía regresar al quirófano, en Cuba, y que si algo le llegara a suceder, Nicolás Maduro, su recién nombrado vicepresidente y antiguo canciller, debía sucederle en la tarea.

Chávez habló al país … “Patria, patria, patria querida, tuyo es mi cielo, tuyo es mi sooooollll”, cantó y concluyó la cadena Chávez

Chávez habló al país tras regresar de 9 días de tratamiento en La Habana, y lo hizo flanqueado por sus dos delfines; el ungido, Nicolás Maduro, y Diosdado Cabello, presidente de la AN. “Patria, patria, patria querida, tuyo es mi cielo, tuyo es mi sooooollll”, cantó y concluyó la cadena Chávez dejando boquiabierta a toda la audiencia.

60 días sin ver o escuchar al hombre que más veces ha aparecido en la TV

Así comenzaron las inéditas 10 semanas de la historia contemporánea nacional. Diciembre fue todo incertidumbre y rumores.

La nueva victoria (muy estratégica, por cierto) del Psuv en las elecciones regionales, arrebatándole importantísimos bastiones a la oposición y arrinconándola políticamente a los niveles de una década atrás, solo alcanzó hasta poco después de Navidad.

La escena fue copada brevemente durante dos semanas por los nuevos gobernadores rojos-rojitos en una sucesión de tomas de posesiones, mientras la dirigencia opositora, a decir verdad, se tomaba un descanso para reponerse de las derrotas.
Sin embargo, a punto de culminar el año, los partes médicos y los rostros de quienes los leían comenzaron a alarmar al país.

Para el 31 de diciembre, la incertidumbre y los rumores amenazaban con enloquecer al país. Era un paroxismo colectivo. Lluvias de etiquetas —en apoyo o en malas vibras— se imponían en las redes sociales. No hubo antes, durante o después del cañonazo otro tema de conversación o de preocupación entre los habitantes de este territorio que no fuera la salud de Chávez y sus implicaciones para el futuro de Venezuela.

El tema no solo fue trending topic, sino primera página de los medios impresos del planeta, la apertura de los noticieros televisivos

Así llegó enero y conforme pasaban sus días y sus angustiosos partes médicos, la polémica sobre la inminente fecha pautada en la Constitución para la toma de posesión y más importante aún, para la juramentación del Presidente, crecía sin freno.

Para un buen sector del país la ausencia del Mandatario el 10 de enero suponía una falta, que aunque reconocían temporal, ameritaba ser suplantada por el no menos polémico presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. Era una interpretación sui géneris que admitía la temporalidad, pero que pretendía resolverla con lo dispuesto constitucionalmente solo para faltas absolutas.

A escasas 24 horas del día 10 de enero, la Sala Constitucional dio su veredicto sobre el tema: No hay falta temporal —porque el Presidente no dejo por escrito que así sería, ni nombró al vicepresidente, vía decreto, en su lugar — ni tampoco había falta absoluta.

El Presidente, convaleciente para el momento de una aguda infección respiratoria, gozaba de un permiso “indefinido“ otorgado “unánimemente“ por la Asamblea Nacional el 9 de diciembre del 2012 y ratificado en un candente debate el 5 de enero de este año en la instalación de sesiones del Parlamento.

La Sala Constitucional se colocó de nuevo en el ojo del huracán y el remolino de reacciones (a favor y en contra) no impidió que el chavismo convocara para el 10 de enero una juramentación colectiva en presencia de mandatarios y cancilleres de naciones aliadas, bajo el grito de “todos somos Chávez”; mientras la atomizada oposición se dividía en conceptos y acciones frente a la sentencia del TSJ.

Un sector, no insignificante y bastante ruidoso, clamaba en asambleas vecinales desobediencia. Otro, quizás más pragmático, instaba a las autoridades delegadas a hacer el trabajo que les corresponde. En esa corriente se anotó el gobernador de Miranda y excandidato presidencial de la MUD, Henrique Capriles Radonski.

Con la rúbrica de Chávez se designó al anterior vicepresidente, Elías Jaua, en canciller, y se convocó nuevamente al chavismo a colmar las calles de Caracas al igual que el 10 de enero, esta vez el 23 para la emblemática celebración de los 55 años de democracia

El Psuv decidió mostrar su músculo político fuera y dentro del país. Con la rúbrica de Chávez se designó al anterior vicepresidente, Elías Jaua, en canciller, y se convocó nuevamente al chavismo a colmar las calles de Caracas al igual que el 10 de enero, esta vez el 23. ¿La ocasión?: la emblemática celebración de los 55 años de democracia, que resultó otra oportunidad para medir fuerzas. La balanza se inclinó de nuevo a favor del chavismo que citó a su militancia a las calles y las colmó.

Mientras la oposición, que había sido la primera en anunciar marcha para la fecha, se echó para atrás y se conformó con un acto cerrado en el este de Caracas. “Aquí no se rinde nadie”, advirtió el secretario general de la Mesa de la Unidad, Ramón Guillermo Aveledo, a quien le ha correspondido la dura tarea de ser vocero de un disperso grupo político que no halla cómo sacarle provecho a la ausencia, ya prolongada, del carismático líder socialista y bolivariano.

Así llegó febrero

Con su habitual celebración del 4-F, que cumplía su mayoría de edad sin la presencia de su protagonista principal, con distanciados partes médicos y con los venezolanos menos ocupados de la salud de Chávez, y más por hallar los desaparecidos productos de la cesta básica.

Su regreso es un misterio. Su salud, una incógnita mayor; su capacidad para cohesionar afectos y odios, incuestionable

El gabinete y principalmente el jefe del mismo, Maduro, ha ido y venido de La Habana infinidad de veces, dicen haber recibido órdenes, instrucciones y directrices políticas del propio Chávez. Mandatarios aliados han desfilado por la capital cubana para visitarlo. Pero en Venezuela la oposición reclama verlo o escucharlo para validar todo lo que terceros afirman.

Y cuando los disfraces y el olor a asueto invadía cada rincón del país, cuando los venezolanos tenían otros trending topics (#Mardo, #corrupción. #miraquiénhabla), el alto mando del gobierno tomó la más esperada e impopular de las medidas: devaluar 46% el bolívar.

Cada una de las 24 horas de todos los últimos 2 meses han sido intensas política y económicamente, no ha habido treguas para sobresaltos, polémicas, marchas, opiniones y rumores. Solo la increíble madurez política del país ha sabido conducir pacíficamente ese arsenal de sentimientos encontrados que antes, para bien o para mal, canalizaba el ausente Hugo Chávez.

Lo que queda en adelante es que se defina la “temporalidad” de su hasta ahora indefinida ausencia. Y ver si su popularidad, reconocida por sus propios adversarios, puede resistir las difíciles pruebas de la distancia y de los siempre nocivos efectos de la devaluación.

Con información de Panorama.

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