miércoles, diciembre 11, 2024
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La Esperanza perdida y encontrada con vida

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Esperanza tenía apenas 12 años cuando salió a buscar agua en El Macal en las cercanías del Río Guarapiche en el estado Monagas. Era 1991 su madre y su padre se dedicaban a hacer conucos y la menor de edad era la mayor de cuatro hermanos; era como su mismo nombre la esperanza de la familia.

Atilio y Juanita vivían en una humilde casa donde reinaba la armonía y los muchachos eran criados como los pollitos; es decir bajo la protección de su madre y su padre. El Macal era un pueblo pequeño donde las casas eran distantes.

Cayó la tarde y la menor no aparecía mientras sus padres estaban preocupados de que algo le hubiese pasado. De hecho, mucha gente de El Macal veía como en la casa 13 había preocupación; de hecho, Juanita esperaba con ansias que la niña más querida, llegara.

Pasó la tarde, entre preocupaciones y espera, Ramón, Omar y Ángel, vecinos de Atilio y Juanita se fueron a las cercanías del Guarapiche. Todo estaba normal y sin rastros de la pequeña, de hecho nadie la había visto en el camino.

Estaban tristes y desolados, pensaron que a la menor le había pasado algo. “Esperamos que amanezca y buscamos bien por todo el camino”. Pedro, el padrino de la niña llegó preocupado al lugar; todo el mundo se asombró al ver que tenía las botas llenas de barro y preguntó por su ahijada. “Barro en verano,  Está extraña la cosa”… decía una de las presentes.

Esperanza perdida

Pedro se puso a la orden y destacó que había que encontrar a su ahijada, de hecho organizó la búsqueda de la menor. Todo El Macal estaba esperanzado en encontrarla, y todos querían colaborar; mientras que evangélicos y católicos rezaban a Dios para que apareciera.

Los compañeros de la escuela estaban rezando para que apareciera la niña más querida del salón. Era abril de 1991 y tenían esperanzas ya que el río no había crecido por las lluvias. El Guarapiche es uno de los ríos más caudalosos del estado Monagas.

Habían pasado ya cuatro días de aquel año y nada, no había pistas de la menor, Pedro se la pasaba rezando a las afueras de la casa para que la niña apareciera. Atilio y Juanita pensaron lo peor.

La libertad de un ángel

Tomás alcanzaba los diez años de edad y conocía los caminos de las orillas del Guarapiche, de repente llegó a la casa corriendo y llorando. “El la tiene, el la tiene” gritaba el niño…¡qué te pasa Tomasito!. ¡Es un monstruo, me escapé, que diga dónde está la niña!, gritaba con desespero…

Todo el mundo corrió a la casa de Atilio, mientras el niño lloraba y decía que el padrino la tenía; ya estaban las autoridades en la casa y enseguida pusieron en confesión al menor. “Me escapé, el se llevó a Esperanza”.

Pedro gritaba y se defendía de la acusación del menor… “ese guaricho no sabe lo que dice”. ¡Miren las botas!, decía el niño… ¡las botas están llenas de barro y estamos en verano aquí en el Macal!.

No le quedó más remedio a Pedro que confesar lo sucedido… Esperanza estaba prisionera en un rancho apartado, lo mejor… estaba con vida… “mi padrino nos trajo hasta aquí y Tomasito escapó, solo me he comido un mango en estos días”. El padrino quedó en manos de las autoridades y la esperanza de Atilio y Juanita estaba en perfecto estado de salud. Pedro tuvo que rendir cuenta ante las autoridades de lo que quería hacer con los dos menores.

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