sábado, abril 20, 2024
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Papa Francisco suplicó por la paz durante celebración del Vía Crucis

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IOTA Latino
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Luego de dos años a causa de la pandemia, este viernes se efectuó el regreso del Papa Francisco para el Vía Crucis, donde unió bajo la cruz a dos mujeres, una rusa y otra ucraniana, en señal de reconciliación y con miles de fieles orando en silencio por la paz y el final del conflicto entre Ucrania y Rusia.

Francisco presidió en silencio esta ceremonia, que conmemora el camino de Cristo a la crucifixión; desde un promontorio en frente del anfiteatro y, tras escuchar los catorce pasajes bíblicos que lo componen, tomó la palabra para pronunciar una oración final.

«Tómanos de la mano, como un Padre, para que no nos alejemos de ti; convierte nuestros corazones rebeldes a tu corazón, para que aprendamos a seguir proyectos de paz; permite que los adversarios se den la mano, para que gusten del perdón recíproco; desarma la mano alzada del hermano contra el hermano, para que donde existe odio florezca la concordia», imploró.

Este Vía Crucis de Viernes Santo tuvo un alto valor simbólico al estar marcado por el conflicto en Ucrania, una crisis que preocupa sobremanera al pontífice. Aunque no lo mencionó explícitamente, sobrevoló en toda la ceremonia con varios gestos.

En este acto, catorce grupos de personas, este año familias, se van pasando la cruz mientras se leen unas meditaciones; y en esta ocasión se eligió a dos mujeres, una ucraniana y una rusa, para cargarla en la XIII estación, que refleja la muerte de Cristo.

Son Irina, una enfermera ucraniana, y Albina, estudiante rusa, ambas amigas porque trabajan en el Campus Bio-Médico de Roma y vieron cómo sus vidas cambiaban el 24 de febrero pasado: cuando Rusia decidió invadir Ucrania y sumirla en un devastador conflicto.

Papa Francisco suplicó por la paz durante celebración del Vía Crucis

Además, se efectuó un cambio de programa ya que la meditación que debía leerse en este momento, divulgada previamente por el Vaticano, se eliminó por completo y se optó por sustituirla por una oración.

«Ante la muerte, el silencio es la más elocuente de las palabras. Permanezcamos por lo tanto en un silencio orante y que cada uno, en su corazón, rece por la paz en el mundo», instó uno de los oradores del Vía Crucis a los fieles, que obedecieron.

El Coliseo, símbolo de la persecución de los primeros cristianos, volvió a acoger a miles de fieles –unos 10 mil- que acudieron para participar en un rito que se remonta al siglo XVIII, en tiempos de Benedicto XIV, aunque lo retomó  Juan XIII, en 1959.

Este año el Vía Crucis estuvo centrado en las familias. Por ello, algunas de distintas procedencias y situaciones portaron la cruz a lo largo de sus catorce estaciones.

El recorrido lo protagonizó por una pareja joven, otra de ancianos, por una familia numerosa, o con un hijo discapacitado o adoptado. También por otra que acoge a refugiados, por una viuda o por una de inmigrantes que residen actualmente en Italia.

La décimo cuarta estación, que narra la entrada de Cristo en el sepulcro, la protagonizó una familia congoleña; la formada por Rauol e Irene, esta última refugiada en Italia, además de sus hijos Federico y Riccardo, de 4 y 11 años respectivamente.

En las meditaciones, inspiradas por las vidas de estas personas, se habló de los «dolores» de las familias actuales; de la pandemia, de los conflictos, de los prejuicios ante la enfermedad o la discapacidad, del luto o de la soledad y la muerte.

Los actos vaticanos del Viernes Santo empezaron con la celebración de la Pasión en la basílica de San Pedro y con una novedad: el papa no se postró en el suelo del templo, como manda la tradición.

Francisco, de 85 años, padece un dolor en la rodilla que incluso le dificulta caminar. Por eso, optó por permanecer de pie rezando en silencio ante la tumba del apóstol Pedro para después sentarse en el trono, donde siguió la ceremonia.

Uno de los pasajes de la oración universal que Francisco pronunció al término de este rito solemne; en el único día del año en el que no hay misa en señal de duelo, trató nuevamente de las guerras.

«Dios misericordioso y poderoso, que eliminas las guerras y reduces a los soberbios, aleja lo antes posible a la humanidad de los horrores y las lágrimas para que todos podamos ser de verdad llamados tus hijos», proclamó en latín, en tono serio.

Francisco cerró así el segundo día del Triduo Pascual, el Viernes Santo; mientras que el sábado protagonizará la Vigilia a la espera del Domingo de Resurrección, cuando impartirá su tradicional bendición «Urbi et Orbi», a Roma y al mundo.

Noticias24 Carabobo

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